Opinión

MM..

La Armada Argentina confirmó recién comenzado el sábado que había encontrado el submarino ARA San Juan un año después de su desaparición. Está a novecientos metros de profundidad en un área muy cercana donde se pudo sentir la implosión, llamada técnicamente «ruido acústico». Todas las marinas que colaboraron en su rescate habían rastreado esa zona en el último año. La embarcación desapareció con cuarenta y cuatro tripulantes hace justamente un año y dos días. Los familiares, que vivieron un calvario durante los días siguientes a la desaparición, vuelven a estar conmocionados y, sobre todo, profundamente enfadados porque se sienten manipulados por el gobierno de Mauricio Macri, ese presidente que chifla en Europa porque tiene una señora encantadora que viste a la altura de las casas reales y que es un absoluto desastre como gestor y como gobernante. Incluso, diría, tiene nula empatía con la gente que sufre, tal y como ha sucedido con los familiares del ARA San Juan, que se han sentido abandonados. Quisiera recordar que la práctica totalidad de esos tripulantes eran militares y que poseen un enorme sentido de sacrificio, así que imaginen cómo y hasta qué punto deben haberse sentido para protestar abiertamente.

El contrato que firmó el gobierno de Macri con la empresa estadounidense que ha estado buscándolo y que acababa de expirar, solo establecía hallarlo, encontrarlo, pero jamás reflotarlo. La Armada Argentina ya ha admitido que no puede hacerlo. Yo no entiendo nada de estas cosas pero a los familiares, a los que supongo asesorados, les parece mentira que estuviera justo en el lugar donde desapareció, donde los primeros días se oyeron golpes de casco en los radares y nadie pudiera hacer nada. Esta misma semana, mientras esos familiares cumplían un año esperando en un hotel y en una base militar, Macri subía una foto a Instagram probando un crecepelo. Y si encima gana Boca a River, che, ni tan mal.