Opinión
Buenos
Hoy me gustaría escribir de los hombres buenos. De los buenos hombres que nos rodean a las mujeres. Yo, que gasto muchas palabras (y esto que quiere ser un artículo) en poner como un trapo a los hombres machistas, a los comportamientos machistas, inercias antediluvianas (modas pendulares antifeministas que realmente nos señalan como peligrosas activistas nazis, y nos dejan en situaciones de no creer en los tiempos que vivimos), quiero escribir hoy sobre los hombres buenos. De los buenos hombres que nos aportan paz con su sola presencia. De esos hombres a los que buscas para encontrar el equilibrio. A esos hombres que te abrazan y al mismo tiempo te abraza también la tranquilidad, que es lo más parecido al amor.
De esos hombres que hoy pasan inadvertidos, silenciosos, de los que pasan también por ser unos sinsangre, de los que entienden de nuestros vuelcos hormonales, de los que no necesitan muchas palabras para comprender. De esos que te dejan dormir, salir, buscar hueco entre ambos. De los que, en esos días de salida con amigotes, regresan y te buscan en la cama. En estos días inciertos en los que destacan los extremos, quiero dedicarle este coso (que es como en Argentina se nombra a lo que no se encuentra el nombre al toque) a un hombre bueno. Cuando su hija adolescente, feminista, luchadora, guerrera, le ha dicho mientras el viajaba «Pá, malcríate» es que sabe que su padre, separado de su madre, ya no da más de bueno. Por todos esos hombres que se niegan a darnos la razón a las feministas, por todos esos que no se encuentran en los que rebuscan excusas a las manadas, por todos los que continúan acompañado a sus chicas sea cual sea el momento físico, mental y hormonal, todo mi respeto y mi amor. Dan más coñazo los malos, pero, con un poco de esfuerzo, sois muchos más que ellos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar