Opinión

El premio

Recuerdo que, una vez, me dieron un premio a la belleza. Estuve en el top five de un hotel repleto de jubilados en viaje del Imserso. Yo tenía cuarenta años menos que las jubiladas y ni siquiera quedé la primera. Otro amigo mío fue «Mister Piernas Bonitas», porque se puso muy pesado en un concurso asegurando que las tenía muy torneadas gracias a sus años patinando sobre sus Sanchezki. Y otro más obtuvo la banda de «Mister Riu Palace Macao» en Punta Cana por salir vestido de Madonna. Es decir, como le pasa a Francisco Serrano, el líder de Vox en Andalucía, también nosotros tres tenemos un premio. Eso le contó ayer Serrano a Carlos Herrera, presumiendo de haber sido galardonado por su lucha contra el maltrato en el año 2001. «Para luchar contra el maltrato a las mujeres ya estoy yo». A Francisco Serrano le pasa lo que le ocurre a muchos parlanchines de feria: creen que hablando muy rapidito y con tono de empalomao, te pueden vender que, el perrito piloto, maúlla. El último adalid de las mujeres indefensas tiene una trayectoria profesional que es para echarse al suelo con un casco y taparse la cabeza. Pero, sin necesidad de volver a recordar algunas de sus «hazañas» en los tribunales a favor de las mujeres (como el caso de Carmen Fernández, a la que hubo que indemnizar con 1,4 millones de euros por daño moral) y sin recurrir a algunos de sus tuits que son imposibles de digerir sin una arcada seca previa, quedémonos apenitas en el día de ayer. Además de hacer chistecitos sobre si las que se manifestaron durante la tarde del martes en muchos lugares de España eran mujeres, es que ha desaprendido a contar. Asegura el líder de Vox en Andalucía que siguen en sus trece para acabar con las leyes de violencia de género porque la mayoría de los andaluces les dieron esa confianza. Le recuerdo que doce no son mayoría en ningún sitio, no nos volvamos más locos todavía. Un premio, sí. Menudo premio nos ha tocado.