Opinión

La madre

Hoy cumple mi madre ochenta y cinco años. Ochenta y cinco, que son muchos, pero no los suficientes para mí. Quiero que viva muchos años más y que la felicidad le compense aquellos que no fueron dichosos. Hoy es el cumpleaños de mi madre y me quiero acordar de todos aquellos que ya no la tienen. Me quiero acordar de aquellos que la perdieron demasiado pronto, o demasiado tarde porque la vieron sufrir. Pero sobre todo, me quiero acordar de aquellos que no la pueden tener cerca aunque esté viva.

Especialmente tengo hoy presentes a mis amigos y conocidos venezolanos. La patria te puede fallar, te puede machacar, te puede quitar la vida, pero la patria siempre será donde esté tu madre. Escucho estos días análisis sesgados de una y otra parte, de los que llaman a lo sucedido en la Asamblea Nacional venezolana «golpe de Estado» y de los que aseguran que esto es una revolución popular. Yo prefiero quedarme siempre con lo que piensan los que han sufrido ese régimen. Me da lo mismo si Estados Unidos dice que todo es legítimo y lo mismo me da lo que diga Rusia, país al que Maduro ha entregado sus diamantes y su petróleo.

Prefiero pararme a escuchar a todos aquellos que tuvieron que abandonar ese país, a los que han puesto negocios en España, a los que han conseguido recuperar a sus familias y cuentan cada plato que comen. A todos esos que, por fin, pueden dar los medicamentos que necesitan sus madres. Pero que nadie les mienta, ni les engañe, ni les time. La «tarjetica roja» aquella que les permitió venirse a España y quedarse, aquella que nos hizo un país mejor, más plural, más rico, más humano, no es patrimonio de ningún partido político. Que nadie les venda que lo consiguieron unas siglas. Que nadie se apropie de lo que es, simplemente, justo y humano.