Opinión
El partidazo
He leído en algún sitio, pero que ahora no me acuerdo, que hay un hombre soltero en Vox llamado Javier Ortega-Smith, con nacionalidad española y argentina, con lo que a mí me gusta un argentino, madre de Dios. Me viene un poco chico porque le saco dos años, pero el se considera un «currante del ligoteo», así que imagino que estas nimiedades no le arredran. Es que veo sus fotos y estoy viendo a John McClane, te lo juro, con lo que a mí me gusta Bruce Willis. Y le apodan el Rambo de Vox: me tiene ganada. Ya no quedan hombres así, amigas, hombres que lleguen a nado a Gibraltar (tres kilómetros a braza, ojo) y planten una bandera española bien gorda, hala, ahí, y que se sepa la gesta. Yo hubiera pagado entrada de barrera, sin dudarlo. De vez en cuando se pone una boina verde, rememorando sus tiempos de militar, y es segundo dan de kárate, es decir, te da una mascá y te tumba. Ya digo que hay pocos hombres así de cincuenta y solteros y yo estoy guardando mi tesorito para alguien especial, de esos que se hacen fotos en el gimnasio y las cuelgan en las redes para que se noten las sentadillas. Ha dicho que no rehuye el compromiso ni tener descendencia y ya lo siento pero la descendencia va a ser complicada en mi caso, aunque creo que lo importante es que nos complementemos. Yo, sinceramente, veo ahí una posibilidad magnífica porque, ya digo, no abundan hombres tan completos en todos los sentidos. Es una pena que el no se pueda fiar de las mujeres. Ortega-Smith considera muy posible que quedemos una noche y yo al día siguiente le denuncie, me autolesione, el quede desprotegido y encima lo pierda todo. Ay, cómo somos las mujeres, que solo nos gusta lo malo, bribón. En fin, una pena. Voy a ver si hay un Tinder de machistas mientras me limo las uñas.
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