Opinión

El peón

Toni Albá es un cómico que ha sido, durante muchos años, una estrella en TV3, en el programa «Polònia». Hace unos días deslizó un comentario en Twitter sobre Inés Arrimadas, la líder de Ciudadanos en Cataluña en la que la llamaba, a través de un chistecito fácilmente descifrable, «prostituta». Albá le dijo a Arrimadas que se marchara a Amsterdam donde sus derechos serían respetados. Baste recordar que, en el Barrio Rojo de la ciudad holandesa, la prostitución es legal, así que hay poco más que explicar. Lo de Toni Albá fue tan vulgar, tan machista y tan asqueroso que hasta sus jefes han creído necesario meterle un ratito en el congelador y esperar a que pase la tormenta, aunque ya hay voces que claman por su vuelta. Toni Albá, que no es la primera vez que descarrila, es algo más que un humorista en «Polònia». Es, entre otras cosas, un bastión televisivo del independentismo muy cafetero, tiene un estilo y una retórica muy particular, alimentados y azuzados por sus propios jefes (independentistas de postín, por supuesto) a los que todo les vale, a los que les ha valido toda la grosería histórica de Albá con tal de atizar a los enemigos de la nación catalana. Ahora Toni Soler, el director del programa, asegura que ese tuit le dio alas a Arrimadas con un comentario machista que no aporta nada. Soler añade que Arrimadas le parece un personaje nocivo para la convivencia en Cataluña por si hubiera alguna duda de lo que Soler entiende por convivencia y por si quedaran interrogantes de su idea sobre cómo quiere configurar su «país». Albá me parece un machista repugnante, un grosero de libro, pero los muñidores a los que se les ha ido la mano creando su monstruito son los responsables de ese programa y de esa cadena que le han reído las gracias a Albá, empeñado en agradar al patrón. Pobre «empleado del mes».