Opinión
Y mil veces más
Sucedió de nuevo. Pasó otra vez. Contra todo pronóstico no consiguieron que estuviéramos divididas. A esa manifestación en dos puntos distintos de España acudían mis ahijadas. La más pequeña tiene ocho años y por la mañana en el colegio se inspiró en Mafalda para pintar un dibujo donde una hija le pregunta a una madre que hace las labores del hogar: «Mamá, ¿qué te gustaría ser si pudieras?». Demoledor.
A casi trescientos kilómetros estaba la que llegará a ser esta pequeñita. A casi trescientos kilómetros estaba Angie, casi doctora ya. Una y otra son mujeres tan decididas, tan firmes y emiten tanta fortaleza que me tuvieron llorando de la emoción como una perra al verlas con sus pañuelos, con sus ganas e ilusiones que no pude contener la admiración que siento por sus madres y padres por hacerlas feministas. Y sucedió de nuevo y pasó otra vez. Contra todo pronóstico no consiguieron que estuviéramos divididas. A esa manifestación acudieron parejas, matrimonios, familias, acudió la España que existe y que no quieren ver y faltaron los que, contra todo pronóstico, a estas alturas siguen pensando que somos unas locas del coño. Faltaron los que, a estas alturas, se siguen preguntando por qué nos manifestamos. Precisamente porque no lo entienden.
Así que siento darles la mala noticia de que sucedió de nuevo, pasó otra vez, y aun no suscribiendo el manifiesto en su totalidad, entendemos todas que hay un bien mayor que nos convoca, que nos une, que nos saca de nuestras casas con muchos hombres buenos para decirles a todos esos que nos quieren explicar al oído la batalla de las Navas de Tolosa que puede que estén engorilados, pero que nos van a tener enfrente. Siempre. Con elecciones y sin ellas, con sus estadísticas mentirosas, con sus intenciones de dar pasos atrás, estaremos enfrente. Sucedió de nuevo, pasó otra vez y, mientras ellos existan, estaremos.
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