Feos

Me gustan mucho las revistas precordiales. Soy muy fan de todas ellas y, sobre todo, de los redactores que tratan de darle algo de fuste y de pompa a lo que a veces no es más que un par de fotos de alguien célebre comprando. Me encanta la insistencia en darle brillo a vidas supuestamente inalcanzables para el resto de los mortales, me encanta esa sensación de envidiar un momentito y al siguiente desear profundamente mi vida de mierda.

Hace unos días una actriz que es muy bonita, Blanca Suárez, aparecía en una de esas publicaciones poco favorecida. La revista en cuestión me parece una genialidad: fotos de descarte compradas (imagino que a menor precio) para hacer pensar a sus lectores sobre lo excelso que es encontrar defectos a lo perfecto. Se llama Cuore y sí, me fascina. Lo siento pero no me esperen en un ciclo sobre Kierkegaard porque soy más de secador de peluquería antigua y revisterío. Me parece un hallazgo Cuore por su maldad y picardía. A lo que voy. Blanca Suárez aparecía en portada con su novio, Mario Casas, en una de esas situaciones que todos tenemos todos los días: sales mal en una foto.

Blanca Suárez ha dicho a otra publicación «Jolines, es que yo nunca publicaría eso» y ha pedido que no se la humille ni a ella ni a su pareja con el único fin de demostrar que son normales. Hemos llegado a unos niveles de estupidez sobre lo estético realmente preocupantes, la verdad. Una actriz preciosa, guapísima, da una entrevista para curarse en salud sobre una foto de una revista que no la ha sacado favorecida y eso le ha llevado a una situación de incomodidad.

A mí me gusta mucho la gente guapa, pero también me gusta mucho más la gente casi guapa, feaguapa, guafea, feapa. Esa gente que te atrapa por otros motivos; esa gente encantadora, lista, chispeante, linda, esa otra gente que somos casi todos, porque casi todos tenemos nuestras cositas y nuestro público, aunque sea de última hora y borracho. Salimos mal en las fotos, pero hemos hecho de eso un arte. Al carajo los guapos.