Opinión
El debatito
Está muy bien esto de verse un debate electoral porque así se da una cuenta del nivel que tenemos en las papeletas de votar. No será porque no estuvimos muchos interesados: el share de TVE fue de los que no se recuerdan por aquella santa casa. Si más de dos millones de españolitos estuvimos ahí, es porque sabemos que estamos a un paso de meterle un chafarrinón a nuestra historia. Colocada delante de mi aparatillo, me dispuse a contemplar qué clase de conversación o disputa iban a mantener Álvarez de Toledo, Montero, Montero de Galapagar, Arrimadas, Rufián y Aitor Esteban y he de decirles que el único que no defraudó en las expectativas fue Rufián. El candidato de ERC ya nos ha demostrado que se está ganando un sitio en La Chocita del Loro, que es el sitio por el que tienen que foguearse los buenos cómicos. Arrimadas fue de menos a más, que es inversamente proporcional a la opinión que tienen los catalanes que la votaron para que se quedara en el Parlament y que ahora se ven traicionados. Montero de Galapagar estuvo en lo suyo, en la sobreactuación y el enfado. Aitor Esteban se redujo a ocuparse del País Vasco y ahí que os las den todas. El capítulo aparte fue Cayetana Álvarez de Toledo. Siento dejar casi apartada a María Jesús Montero del Psoe, pero es que hay que ir a un debate sabiéndose la historia y lo del indulto al general Armada. Es verdad que en 1998 el ejecutivo socialista indultó a uno de los artífices del golpe de Estado, pero usar ese argumento ahora es tan bajo que cuesta creer que en el PP estén en ese bajoneo. Seguramente saben por qué razones el Gobierno socialista lo hizo. Entonces, los políticos tenían sentido de estado y de la responsabilidad. Señora Cayetana: si miramos todos al pasado, acabamos con Aznar llamando a Eta «Movimiento Vasco de Liberación» mientras anunciaba negociaciones. No tiente a la suerte, hágase ese favor. Y aprenda catalán, que no mancha.