Opinión

Resurrección

El diario argentino por excelencia, «Clarín», despidió esta misma semana a cincuenta y seis periodistas. Esos despidos se reparten también con el deportivo «Olé». La información la ubicó en la página treinta y dos, argumentando que se trataba de retiros voluntarios con condiciones superiores a las del mercado y admitía el grupo que deberían sumarse otros no voluntarios. La realidad es que «Clarín» puso vallas en la entrada a sus instalaciones, con un tipo y una lista detrás, que impidió el acceso a todos a los que había dado boleta. Más indignidad es imposible. Las redes sociales se incendiaron inmediatamente y se abrió un recurrente e interesante debate. Cualquier despido es doloroso pero, la sensación general, es que cuando se despide a periodistas todo se agranda, mucho más que cuando los «ajustes» afectan a otras profesiones.

Como si los periodistas fueran más extraordinarios que el resto. Y tienen toda la razón los que piensan así. Esta profesión tiene la manía de creerse especial, de pensar que esta vocación te hace distinto, de la autocomplacencia sin más. Periodistas que presumen de serlo independientemente de cómo lleven a cabo su trabajo, de si son íntegros o no, de darle trascendencia a aquellas circunstancias en las que vulneraron sus propias líneas rojas. Realmente, si fuéramos conscientes de la importancia de ese trabajo, seguramente sería letal que se despidiera a periodistas. Seguramente ningún país se pueda permitir menos periodistas, menos periodismo.

Seguramente el mundo sería peor sin periodismo y sin periodistas. Deberíamos ser siempre notarios del tiempo que nos toca vivir, deberíamos abandonar la trinchera, el acomodo, deberíamos ser tantas cosas que no somos que hemos desvirtuado nosotros mismos el puesto que corresponde a nuestra profesión. Así que, efectivamente, tienen razón aquellos que piensan que ese corporativismo enfermizo nos empuja a convertirnos en protagonistas cuando el foco nunca debería estar sobre nosotros. Larga vida a aquello que un día quisimos ser.