Opinión

El Medievo

Miren una cosa: hasta que esto acabe, es decir, hasta el fin de semana que viene, concretamente el domingo, los ojicos se me clavan en las declaraciones de la gente de Vox. Si quieren Vds considerarlo una obsesión, háganlo, porque hasta a mí misma me suena a excesivo. La última es a cuenta del aborto. Quisiera contarles algo muy personal para que sepan desde qué posición parto. No he abortado. No he pensado nunca en abortar. No hubiera abortado nunca. Las razones son variopintas y no tienen casi nada que ver con mis creencias religiosas. Mi infancia fue tan infeliz que me hubiera gustado mucho ser una buena madre y dar mucho amor, mucha paciencia y cariño infinito a un niño. Y además, me hubiera gustado hacerlo acompañada de un señor, de un buen hombre, que los hay a patadas. Cuento esto tan personal para que Javier Ortega-Smith, candidato a la Alcaldía de Madrid no me tome por esas caricaturas que suelen hacer en su partido de las feministas. Por cierto, lo soy. Ortega-Smith ha dicho que «las mujeres tienen derecho a comer más o menos, a cortarse el pelo o las uñas, pero no a acabar con el niño que llevan dentro». Creer que las mujeres abortan mientras deciden si se cortan las puntas es asqueroso. Creer que vale lo mismo esa decisión es no haberse acercado jamás a una mujer que ha tenido que abortar. Creer que es tan frívola la opción, pensar que alguna mujer lo hace como la que va a la manicurista, me deja claro cuál es el mantra en la matemática particular que tiene Vox. Pero decirnos, además, que tenemos derecho a adelgazar sin pedir permiso, o a ir a la peluquería cuando queramos pero no a decidir otras cosas importantes deja bastante claro que se les ha caído la máscara. Yo no abortaría nunca pero Vds hágaselo mirar que lo suyo es del Medievo.