Opinión

Yo, Leonor

Pues a lo tonto, a lo tonto, va a hacer quince años que se casó esta gente. Que he visto las fotos de la boda y no he tenido más remedio que coger a la consorte por banda: «Mama» (sin acento, que a Altibajos la pone nerviosita), «quién es esa mujer que va de novia con el papa» (sin acento tampoco y ahí ya es cuando ella hiperventila). Es que se parece a la de ahora como un huevo a una castaña, Virgen Santísima. La de ácido hialurónico que habremos «gastao» en esa cara, por Dios bendito. Pues sí, que a lo tonto llevamos ya quince años de matrimoniadas porque aquí ha habido mucho Avelino y Pepa, qué quieren que les diga. Altibajos ha «pegao» mucha rabotada, la verdad.

Esa cosa de carácter que tiene ella, ese toque de internado inglés que luce desde por la mañana, esa comida que nos da propia de Cruz Roja en conflictos bélicos, esa manía de saberlo todito todo más que nadie. Ella tiene muchas virtudes, por ejemplo, los brazos tonificados y la punta de las cejas vulcana a «tó» lo que da, pero no es Miss Simpatía, para qué nos vamos a engañar. Y «Felipeví» pues está hasta las trancas «in love» y por eso quince años después, aquí seguimos, como la Familia Trapp.

Yo ya les he dicho que no se preocupen, que cuando pasen unos años estarán de risotadas y cuchicheos y de carcajadas hasta en los funerales. No hay más que ver a los abuelos que parece que se les ha borrado el disco duro y están como chiquillos, que es que hay que ver la yaya el cuajo que tiene la mujer. Mientras tanto, mi hermana So y yo estamos en la etapa pan sin sal, con esos vestidos absurdos que nos ponen, deseando ser «adolescénticas» perdidas, dar un día un susto gordo y aparecer como las hijas de Zapatero. Qué «ídolas», macho.