Opinión

Un suspiro acompasado

Con un suspiro acompasado, así nos hemos quedado muchos tras

las elecciones europeas. Con un suspiro de esos que se contienen en el pecho y

se escapan despacio cerrando los ojos, con el miedo y la esperanza de que,

efectivamente, todo lo malo haya pasado.

El fantasma que no nos dejaba dormir parece haberse

desvanecido después de meses de atormentarnos por las noches con su amenaza

populista, nacional populista, nacionalista a secas o simplemente “eurófoba”.

Un fantasma poderoso de esos que en las películas les arruina la existencia a

jóvenes campistas y a confiados jubilados.

Los verdes, los liberales, socialistas y populares, todos

esos que realmente creen que Europa es un proyecto magnífico, para construir un

mundo mejor, son más, somos muchos más que los que simplemente quieren destruir

como modo de hacer política. Hemos ganado, hemos marcado un gol en el último

minuto que sabe a triunfo, pero que en el fondo no es más que una victoria por

la mínima que podría no haber sido.

Hemos conseguido una prórroga de cinco años para poder

convencer a todos de que esto no es una locura de unos cuantos, sino que en

verdad es un sueño, el sueño de una utopía que en su día fue solamente una idea

y que poco a poco se ha hecho cuerpo presente para crecer entre nosotros,

crecer como una realidad más, que hasta hace poco nadie cuestionaba.

Por delante cinco años para borrar las dudas y para generar

certezas. Tenemos cinco años para preparar las próximas elecciones como hemos

preparado estas en el último. El Parlamento Europeo y todas las instituciones

de la unión se han volcado en una carrera contra reloj para que no nos

alcanzase el pesimismo de quienes no son capaces de ver en la diferencia una

oportunidad y han ganado en un suspiro acompasado de miles de pechos aliviados.

No podemos permitir volver a correr estos riesgos.

El seguir convenciendo comenzó ayer. De nuevo han de sonar

las voces que animan a participar del proyecto europeo. Desde ayer de nuevo los

jóvenes han de ser protagonistas. Jóvenes que ponen su fuerza para que los

mayores que vieron y vivieron en sus carnes la desgracia de no estar juntos, nos

cuenten cómo fue aquello. Todos juntos, con los del país vecino y con los del

de más allá. Celebrando unidos un Día de Europa que está a punto de hacerse

realidad como en su día se hicieron realidad las becas Erasmus o el euro.

Juntos haciendo y respirando Europa en un suspiro acompasado. En Europa soñando

y soñando con Europa.

Respira, y noto su respiración;

habla, y sueño con su voz

y con ella.

Así decía Robe Iniesta, medalla de mi Extremadura y voz

principal de Extremoduro, en su álbum “Lo que aletea en nuestras cabezas”. Una

idea magnífica que en su aleteo no debe dejarnos de hacer soñar y a la que

tenemos que cuidar para no volver a tener que guardar un aire de angustia en el

pecho, aunque al final acabe en un suspiro acompasado.