Opinión
Merco Euro-Sur
En los últimos meses he
tenido la suerte de poder salir de Europa y pasar algún tiempo en África y
América del Sur. No han sido viajes largos ni tampoco me ha dado tiempo a
profundizar en las costumbres y características de las ciudades que he
visitado, pero ha sido suficiente para poder comprobar la influencia que en
esos territorios tienen las que denominamos principales potencias económicas.
En Beira, la segunda
ciudad en importancia de Mozambique, hay otra ciudad en su interior que está
construida en su totalidad por China. También lo es la autovía que recorre de
norte a sur el país y que contrasta de un modo brutal con las casas de caña y
barro que se despliegan en torno a ella. Todo “made in China”, al más puro
estilo oriental, con su capital económico y humano y a cambio, se supone, de
poder acceder a los recursos naturales mozambiqueños.
Lo mismo me contaron en
Bolivia, la inversión china en aquel país del cono sur americano, es feroz. Los
minerales necesarios para sustentar las industrias del país más poblado del
mundo se extraen sin tener en cuenta las consecuencias que estas actividades
sin control tienen para el medio ambiente y para la salud de aquellos que viven
cerca de los yacimientos mineros.
La realidad es que las
diferentes potencias mundiales, Rusia, Europa, China, India, los EE.UU.
compiten por hacerse hueco en el mercado mundial, pero lo hacen en condiciones
completamente desiguales.
En este contexto, podría
decirse que Europa, con todos los matices que le queramos poner, impregna su
quehacer internacional de los principios en los que se sustenta. El respeto a
las características del país con el que se va a trabajar, el contar con
trabajadores locales, tener en cuenta el impacto medioambiental, todos esos
factores están presentes a la hora de invertir nuestros recursos mas allá de
nuestras fronteras. Otros no se paran en estas “pequeñeces” y resultan mucho
más competitivos y “atractivos” que nosotros.
Es hora, pues, de tratar
de diseñar una estrategia que invierta esta desigualdad que no deja de ser un
caramelo envenenado para estos países en vías de desarrollo.
Europa ha de
fortalecerse de cara al exterior y actuar con una misma voz, potente y clara
que reivindique e imponga en los foros internacionales un estilo de hacer
respetuoso con todos y con nuestro planeta.
Se trata de hacer ver a
los países receptores de nuestras inversiones que se puede ser competitivo a la
par que cuidadoso con sus gentes y entorno natural.
El diario Clarín se hace
eco de la reunión mantenida en Bruselas entre los comisarios europeos de
Comercio, Agricultura y el vicepresidente de la Comisión Europea junto a los
ministros del Mercosur.
Este acuerdo sería un
magnífico comienzo para poder exportar un modo de hacer las cosas que resultase
atractivo para los países receptores y que supusiese un valor añadido con el
que competir frente a otros gigantes económicos. Sin olvidar nunca que España y
Portugal resultan ser unos embajadores
de excepción para centro y Sudamérica.
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