Gobierno de España

La opinión de Francisco Marhuenda: “Al servicio de los sindicatos”

Todo el mundo quiere ser muy responsable, pero la coalición social-comunista lo pone, sinceramente, muy difícil.

El Gobierno va a remolque de los acontecimientos y ha dado la espalda a la economía, porque sus conocimientos en esta materia son perfectamente descriptibles. Es el problema de caer en manos de una mezcla formada por aficionados de izquierdas que no superaron la condición de profesores asociados y los euroburocratas adinerados con la pensión de oro asegurada. No hay que sorprenderse ante la protesta de los empresarios por las esperpénticas medidas adoptadas. Todo el mundo quiere ser muy responsable, pero la coalición social-comunista lo pone, sinceramente, muy difícil. Nada me resultaría más grato que apoyarles, pero me sitúo al lado de los empresarios, los autónomos, los abogados, los graduados sociales, los gestores y una larga lista de profesionales que están asombrados por una deriva intervencionista que solo puede conducir a que se agrave la crisis y que la salida sea más lenta y difícil. En el Ministerio de Trabajo se ha instalado la visión de los abogados laboralistas de izquierdas que consideran que el empresario, por definición, es el enemigo y, dicho llanamente, que se fastidie. No hay más que ver las medidas que adoptan y el lenguaje que utilizan.

El viejo concepto decimonónico de la lucha de clases, asombroso en el siglo XXI en el marco de la UE, es el hilo conductor de las decisiones gubernamentales. Estos jóvenes airados surgidos de la clase media y que han tenido una vida muy confortable afrontan esa crisis sanitaria y económica como si estuvieran cambiando el mundo en el bar de la facultad minutos antes de entrar en una de esas cansinas y estériles asambleas estudiantiles. Con el lema de que paguen los empresarios, como si fueran un pozo de petróleo inagotable, no conseguiremos salir del atolladero. Es más, conseguirán generar una mayor desconfianza, ahuyentar las inversiones y asustar a los siempre asustadizos países del centro y el norte de Europa. El problema es que los «sufridos» ministros y los altos cargos seguirán cobrando a final de mes al igual que los liberados sindicales, los funcionarios y tantos otros que viven de los Presupuestos Generales del Estado. El Gobierno debería preocuparse de hablar más con los empresarios, grandes, pequeños y medianos, y los autónomos para salir de la crisis en lugar convertirse en una marioneta de los sindicatos, los fracasados intelectuales progres y los revolucionarios de salón.