Opinión
Feliz 29, Marta
Mucho hablamos estos días de la necesidad de mantener viva la memoria, del deber que todos tenemos de no olvidar y de recordar a los que ya no están, por ellos y por nosotros mismos.
El pasado domingo, Antonio, el padre de Marta del Castillo, publicó en redes sociales un mensaje que, como a muchos otros, logró sacudirme: “Feliz 29 cumpleaños, Marta” escribió sobre una foto de la joven. Conocimos a Marta cuando era una niña, una joven menor de edad; vimos sus fotos y sus vídeos de otros cumpleaños, con globos, con vestido rosa, con adornos en el pelo, con sonrisa infantil y mirada adolescente, imágenes que se petrificaron en nuestra retina y entraron a formar parte de nuestro álbum vital, de nuestros recuerdos adquiridos. Marta hubiese cumplido este fin de semana 29 años. Y como la imaginación fluye como el recuerdo, seguramente ya tendría encauzada la vida, al menos, un proyecto existencial, tendría trabajo, nuevos amigos, quién sabe si nueva familia, una casa propia, un coche, un nuevo destino lejos de Sevilla… Es verdad que nadie muere del todo cuando es recordado, de ahí la importancia de la memoria, de no dejar de pensar a los que se fueron, en especial si es alguien con una vida de final inacabado. Sus asesinos han conseguido lo contrario a lo que pretendían cuando le arrebataron la vida: han hecho que Marta del Castillo sea inmortal, aunque eso no consuele a sus padres que preferirían saber dónde está su hija para ir a recordarla a un cementerio y llevarle unas flores. Feliz 29 cumpleaños, Marta. Siempre en nuestro recuerdo.
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