
«De Bellum luce»
¿Dónde están las feministas de izquierda cuando el machismo es doméstico?
No hay mayor forma de machismo que usar el feminismo como coartada en función de lo que mejor te viene
El feminismo institucional «progresista» ha usado el lema «hermana, yo sí te creo» como un arma moral para convertir también en trinchera la defensa de la igualdad y contra la violencia machista. Con el «caso Salazar» han reproducido el mismo patrón que con el «caso Ábalos», y puede resumirse en la idea de que el feminismo de partido ha demostrado que no cree en las víctimas, solo cree en las víctimas de los otros. Por eso, las mismas que tantas lecciones han dado sobre lo que es una feminista de pro, que nos han examinado para ver si éramos dignas de que tuvieran a bien concedernos el carné de su club, siempre que nos ajustáramos a sus estándares, ahora se aplican un doble estándar moral: exigen ejemplaridad al adversario, pero tiran de comprensión, matiz o invisibilización cuando el señalamiento afecta a sus machistas.
Está bien que estos días se señale a eso que mi compañero Javier Portillo ha bautizado como el heteropatriarcado del «sanchismo», pero como mujer estoy hasta los mismísimos bajos de que la palabra feminista se haya convertido en un adorno estético, en vez de ser una piedra angular ética. Hasta las rebeldes socialistas, que ahora empiezan a marcar su terreno para reivindicarse como puras frente a la traición de las camaradas compañeras, nos han metido trolas en su compromiso con la mujer y contra el acoso sexual. Porque todo lo que hicieron, hasta ahora, según cuentan, fue avisar a otros pares en la manada de los «machos», y mirar para otro lado cuando los «machos» hicieron lo propio.
La izquierda ha convertido el feminismo en su marca moral diferencial. Hasta hoy. Los hechos contradicen sus lecciones, y no hay mayor forma de machismo que usar el feminismo como coartada en función de lo que mejor te viene. Señora Montero (la socialista) y compañía, la realidad es que ustedes nos han llenado las calles con consignas contra el patriarcado, y son las mismas que han mirado hacia otro lado ante testimonios de mujeres que acusan a sus «machistas» de tocarlas el culo o bajarse la bragueta porque, bien sabe usted, que ese tipo de cerdos, solo con eso ya se ponen cachondos.
Así que, después de toda la turra que nos han dado, tengo a bien decirles que el feminismo suyo, ese que calla cuando el machista es poderoso o amigo del poder, solo es publicidad.
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