Opinión

Santiago, patrón de España, Europa, libertad religiosa

Un año más hemos celebrado el sábado pasado la fiesta de Santiago Apóstol, Patrón de España. Y, una vez más, pasó sin pena ni gloria, -ni fiesta ni nada-, como en los años anteriores. Salvo dos hechos: Primero: Santiago de Compostela, donde sí se celebró como se debe, y donde no faltó la ofrenda tradicional del Rey de España, D. Felipe VI, con un magnífico texto que nos recuerda a todos lo que somos, aunque algunos lo quieran olvidar, como el Sr. Torra que parece haberlo olvidado con esa «bruta salida» que ha tenido, no respetando ni siquiera derechos fundamentales, prejurídicos y prepolíticos como el de libertad religiosa, con una clara regresión a la más pura prepotencia de quien ignora el estado de derecho, y un paso atrás muy grande en la democracia y en el pensamiento teológico, que ignora; pero, desde el laicismo más rancio, prefiere hacer cálculos electorales, plegarse a otros intereses, cualquiera sabe, y someter la libertad religiosa a esos cálculos. Menos mal que el Cardenal Juan José Ornella, una vez más, ha estado muy por encima de las bajezas de Torra y de quienes sean su socios o colegas de fechorías, y ha defendido prudente, libre y sabiamente el derecho de libertad religiosa y de culto y la independencia y libertad de la Iglesia, en asentimiento a la buena doctrina de la Iglesia, que se refleja en la doctrina social.

Segundo: también la fiesta de Santiago se vio reconocida en la solemne ordenación episcopal de un nuevo Obispo, D. Luis Miguel Muñoz Cárdaba, que representará como Nuncio apostólico a la Santa Sede en uno de los países más necesitados de África, la Iglesia al lado de los pobres, la Iglesia de los pobres sin ideologías, con toda transparencia, la que recibimos del Apóstol Santiago; aprenda de la Iglesia, Sr. Torra, porque, además, este nuevo Nuncio español, toledano, fue ordenado por el número 2 de la Iglesia el Secretario de Estado de la Santa Sede, Cardenal Pietro Parolín. Por cierto que a esta ordenación asistió ejemplarmente el Sr. Presidente de Castilla- la Mancha, D. Emiliano García Page, que una vez más y siempre, ha estado donde debía estar, a la altura, a diferencia de otros -y no cito nombres-; felicito de corazón a mi buen amigo D. Emiliano y me siento honrado de su amistad y buen hacer.

Santiago Apóstol, Patrón de España: a él está ligada Europa, como nos recuerdan el Papa San Juan Pablo II, y su alocución en Compostela, tan honda y famosamente europeísta, y el Papa, Benedicto XVI, en su viaje como peregrino a Santiago de Compostela, y también a Barcelona para consagrar la basílica de la Sagrada Familia, que ahora parece que para algunos sólo sirva para visitarla turísticamente, pero no para celebrar y expresar su fe los católicos, que recibimos de dos apóstoles, Santiago y Pablo; también Benedicto XVI, en aquel viaje, recordó las raíces de Europa, ligadas al Apóstol Santiago, con palabras imborrables.

Esa Europa, con el reciente e histórico pacto, que va más allá de lo estrictamente económico, borra la imagen de la «Europa de los mercaderes», para volver a sus raíces de solidaridad, verdad, paz, unidad, diálogo y encuentro, que tienen en la fe cristiana su fundamento, como querían los fundadores de la Europa, en medio de sufrimientos recientes y grandes, o como han proclamado después tan grandes europeístas como San Juan Pablo II y Benedicto XVI, particularmente como se expresó en su diálogo con el político y hombre de pensamiento de gran talla, L. Pera. Pero de esto hablaré en otra ocasión.