Opinión

Un discurso muy acertado

El Mensaje de Navidad recoge la dolorosa realidad que vive nuestro país

Pablo Iglesias tiene por fin sobre la mesa el discurso de Felipe VI y tras leerlo debería sentirse muy orgulloso de tener un jefe del Estado, no importa que sea republicano, con sensibilidad social y capacidad de discernir sobre cuáles son los temas que preocupan realmente a los españoles. Es lógico que no sean aquellos que interesan al líder del cuarto grupo de la Cámara que está inmerso en una pintoresca e infructuosa deriva contra la Constitución del 78 y la Corona. No desdeño la representación que ostenta, pero tampoco creo que se pueda arrogar la representación de lo que sienten o quieren los españoles. Don Felipe ha estado, una vez más, a la altura de las circunstancias y no ha defraudado a la inmensa mayoría de los españoles. El Mensaje de Navidad recoge la dolorosa realidad que vive nuestro país como consecuencia de la pandemia y disecciona los puntos que nos angustian colectivamente. No son tiempos para el partidismo, el fanatismo o el dogmatismo ideológico, sino para aunar los esfuerzos colectivos de una forma responsable, solidaria y eficaz. Los despropósitos de comunistas e independentistas sólo conducen a un callejón sin salida a aquellos que confunden sus deseos con la realidad.

Este Mensaje reafirma el papel de la Corona y condición de símbolo de la continuidad histórica de España. Es una jefatura del Estado, al margen de los legítimos intereses políticos y las luchas partidistas, que refleja fielmente su papel al servicio de todos los españoles. Por ello, es imprescindible que nadie se intente apropiar de la institución, ni para defenderla ni para atacarla, simplemente hay que dejar que siga jugando su papel con la eficacia y empatía que muestran tanto Felipe VI como su mujer y sus hijas. Es lo que podemos pedir y esperar de la jefatura del Estado. Es fundamental su reiterada referencia a la Constitución como expresión de un éxito colectivo que nos ha permitido ser una gran democracia, así como asumir el papel que nos corresponde por nuestra Historia e importancia económica, política y social. Finalmente, creo que su referencia a los «principios morales y éticos que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas» muestra claramente el firme compromiso de su reinado y que sus actos desde 2014, algunos seguramente muy dolorosos, son un claro reflejo de que no son palabras sino hechos. El Mensaje lo hace el jefe de Estado. Por ello, ni puede ni debe ser otra cosa, porque sobre otras cuestiones deberán hablar, cuando corresponda, otras instituciones. Al Rey se le debe valorar por lo que haga y diga. Nada más.