Política

Pedro Palomo Sánchez

El líder socialista no está dispuesto a dejar ninguna rendija por la que se cuele la crítica

Hemos terminado el annus horribilis con la mascarilla puesta, todas las esperanzas puestas en la vacuna, pero sin certeza alguna sobre los errores que se han podido cometer en la gestión de la pandemia. Sánchez decidió no hacer una evaluación de las medidas que se han ido aplicando a pesar de que un grueso número de expertos lo ha reclamado en varias ocasiones.

Nunca se ha tratado de cargar contra el gobierno sino de aprender del pasado para no volver a cometer en el futuro las mismas indecisiones, contradicciones y errores. Pero, el líder socialista, no está dispuesto a dejar ninguna rendija por la que se cuele la crítica.

Tampoco está por la tarea de que le acusen de poco transparente y en ese sentido no ayuda nada la negativa a la auditoria. Al final, Sánchez se ha dado cuenta de que lo que realmente necesita es que su gestión sea aprobada por alguien, pero sabiendo antes de presentarse al examen qué calificación le van a poner.

La solución la ha encontrado en el grupo de expertos que van a escrutar la acción de gobierno. Por sorprendente que parezca es el propio Sánchez quien ha designando a estos expertos, si bien, con un mínimo repaso de sus nombres se percibe que la mayoría parlamentaria que apoya al ejecutivo en la Cámara está perfectamente representada.

Si las cosas no van bien, ponga un experto en su vida, parece ser el lema del gobierno que está demostrando que es inasequible al desaliento. Después del desastre en torno al grupo de expertos que se encargaba de decidir las comunidades autónomas que pasaban de fase en la desescalada y que parece ser que respondía más a la imaginación que a la realidad, era insospechable que se crease otro equipo de profesionales de prestigio para dar un espaldarazo a Sánchez.

El escrutinio de la gestión debe realizarse de manera que no comprometa los resultados. Le corresponde al Parlamento el control y las maneras de ejercerlo. Si las Cortes deciden que es preciso crear un panel de expertos para esa tarea, entonces debe formarse a partir de los nombres que proponga el Congreso.

La transparencia es uno de los requisitos del Buen Gobierno, pero requiere independencia, dación de cuentas y fiscalización, ninguna de las tres condiciones se cumplen nombrando a dedo a los expertos más convenientes, además de que tampoco les ayuda a ellos en su desarrollo profesional personal.

Alguien le ha contado a Sánchez al oído que importa más lo que parezcan las cosas que lo que realmente son, pero le han engañado porque, al final, los ciudadanos terminarán por desconfiar de todo lo que haga aunque en algunos casos haga lo correcto. También le han dicho que da igual decir una cosa y hacer la contraria, que la gente olvida rápido.

El riesgo de instalarse en lo superfluo y la apariencia es que termina siendo como Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como.