Elecciones catalanas

El mitin: actividad esencial

La cosa empezó el 8-M priorizando el interés político partidista sobre la salud pública, y ahora vamos camino de repetirlo con premeditación, alevosía y reincidencia. De momento no consta la nocturnidad y el abuso de sexo, para completar los agravantes de la decisión, pero a este paso todo se andará: la Ley de Murphy es implacable en sus efectos, como es sabido. Me estoy refiriendo, como sin duda han deducido, al próximo 14-F, otra fecha icónica en la historia de la pandemia, desde que Sánchez designara a Illa como su candidato, convirtiendo así la gestión del coronavirus en inevitable eje de campaña. Atrás quedan las declaraciones de la persona del presidente Sánchez apelando desde Bruselas que «la politización que se hace en España de la epidemia, sorprende y preocupa en Europa».

Ahora el Govern separatista no se queda atrás en la apuesta, y acuerda que pueda saltarse el confinamiento para asistir a los mítines de campaña, convirtiéndolos en actividad esencial. La verdad es que nunca imaginé, desde aquellos lejanos multitudinarios mítines de la Transición, que asistir a ellos llegaría a ser tan esencial para el país. Sorprendentes prioridades las de unos gobernantes de Madrid y Barcelona, con la salud y la economía al servicio de la política, y no al revés. Sugerimos mítines en hoteles, bares y restaurantes para salvar el sector. La salud del alma, ni mentarla: preveo un alarmante aumento de la «objeción de conciencia electoral», ya invocada con anterioridad… y con éxito judicial, por cierto.