Política

Rasputines contra Ayuso

No muy lejos de la Puerta de Sol han empezado a rastrear material para torpedear al «hombre fuerte» de Isabel Díaz Ayuso. Miguel Ángel Rodríguez, jefe de Gabinete de la presidenta madrileña, está en la diana, pero no saben los que se esfuerzan en buscar, para luego filtrar, que Rodríguez está de vuelta de todo. Aunque encontraran lo que no encontrarán, no hay nada que hoy haga que pierda sus súper poderes al lado de Ayuso. Aun así, los rastreadores seguirán buscando carroña, y no sorprende a estas alturas que los que trabajan para que caiga el ideólogo de Ayuso estén dentro de las siglas del PP. Molesta su autonomía y da miedo su sombra. La victoria de Ayuso está haciendo crecer peligrosos «rasputines» externos a su núcleo que no parecen lo que son y que no están en lo que deberían estar.

De la presidenta madrileña han dicho en su partido que es lo que es gracias a Casado. Una curiosa forma de entender la igualdad. Cuando había dudas sobre que le fuera a ir bien, los mismos «rasputines» que ahora dicen que es un producto de Casado, entonces decían que era un peligro, que estaba mal asesorada y que, además, incluso su supuesta inestabilidad era un problema para su capacidad como gestora. Ahí queda.

Ahora el objetivo es interferir en su gobierno. A poder ser nombrarle consejeros y meter dentro de gabinete los «ojos» y las «manos» que garanticen que Génova manda también sobre la Puerta del Sol. Las interferencias no vienen sólo de la sede nacional porque hay que decir que, en estos días, cuando se cuece el nuevo Gobierno regional, hay consejeros que se creen muy listos, bien aprendidos de otras etapas de gobierno, y que pasan el tiempo a la espera de su nueva nominación filtrando a interés de parte y para evitar que la presidenta eleve a los altares a quien pudo parecer en campaña que estaba llamado a gozar de ese honor por los servicios prestados durante la pandemia.

Ayuso ha demostrado que, aunque fue una candidata que nadie esperaba, ahora manda ella. Y ante tan evidentes intentos de control, incluso desde otros poderes territoriales avisan que se la tiene que respetar, a pesar de que hayan discrepado de su estrategia en pandemia o que no compartan plenamente su discurso ni sus formas. Puede que la presidenta piense estos días aquello de que «prefiero mil veces distancias honestas, que cercanías hipócritas».