El cuaderno de Chapu Apaolaza: La España del calambre

Escribió Claudio Rodríguez que todos llevamos una tierra adentro y esa tierra es Castilla. Está Valladolid bella y solemne, envuelta en un baile de pelusas blancas de las chopas, emisarias del verano. Van los cisnes por los recodos del río como veleros de la Copa América. Dicen que en el Pisuerga hay más peces que en el Amazonas. El viento de Castilla trae el eco de los campanarios y del Boletín Oficial del Estado.

Cambia la factura de la luz, ‘Mi españita del calambre’, antología poética del kilowatio por hora. Ahora, la factura distingue entre hora punta y valle y cada una tiene un precio. Hay que poner la lavadora entre las cuatro y las cinco de la mañana y que se te encienda la bombilla de madrugada, a poder ser. Primero se hizo la luz y después hubo que pagarla. Con estos precios, en casa ya estamos entrenando hacer pis a oscuras.

De madrugada íbamos a los bares a buscar el amor y ahora ponemos el lavavajillas en modo ahorro. También proponen planchar antes del amanecer para ahorrar y sobre todo para cuidar el planeta, o es que usted no se levanta a planchar por el planeta, eh, cochino dormilón capitalista. Cuesta más secarse el pelo que salir a cenar y tiene miedo uno que el niño meta los dedos en el enchufe por temor a que aparezca reflejado en la factura. Si caballero Bonald hubiera escrito ahora ‘Toda la noche oyendo pasar pájaros’, la hubiera titulado ‘Toda la noche la pasaron oyendo centrifugar lavadoras’.

Sánchez está encendido como una bombilla. El apaciguamiento de los independentistas compone un fenomenal espectáculo de luz y sonido. Ahora hemos sabido que el Gobierno abordará los indultos en conciencia. Nos quedamos mucho más tranquilos. La conciencia de Sánchez viene a ser el braserillo ECO de la mesa camilla de indultar y de defender el acto como un gesto que posibilita la convivencia; sobre todo la convivencia del Gobierno.

Sánchez siempre ve la luz al final del túnel. Se habrán dejado un interruptor encendido

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