Gabriel Rufián

Rufián tiene razón

Habrá referéndum de independencia vestido de consulta –menudo palabro porque «consulta» es ir al médico– o de lagarterana. Denle tiempo a Sánchez

Reza el dicho clásico que «la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero». Veo a Gabriel Rufián más en el rol de porquero que en el de Agamenón. Al fin y al cabo, Agamenón es uno de los héroes mitológicos de La Ilíada y el portavoz de ERC en el Congreso no deja de ser un político profesional sin estudios universitarios. Lo cual no quita para que sea menester reconocerle como uno de los mejores oradores del Parlamento. El miércoles desnudó a su socio Pedro Sánchez después de que el presidente declarara con su cursi pomposidad algo que no se cree ni Begoña Gómez: «No habrá referéndum de autodeterminación, el PSOE no lo permitirá». El rufián de Rufián estuvo rápido al quite, como el José Tomás de los buenos tiempos. «Dijo que no habría indultos, también dice que no habrá referéndum, denos tiempo», desafió el charnego devenido en maulet indepe en uno de los mejores KO que se recuerdan en la Carrera de San Jerónimo. Veinticuatro horas después, Moncloa admitía ya un plebiscito «consultivo sobre el autogobierno». Lo de la mentira en Sánchez es cuestión de instinto, aunque igualmente se antoja un asunto empírico. La estadística nunca miente. Y la estadística apunta, más allá de toda duda razonable, que es un embustero compulsivo. Sus declaraciones públicas se cuentan más por patrañas que por verdades. Éste es el sujeto que proclamó solemnemente que nunca iría de la mano del partido del jefe de ETA, Arnaldo Otegi. «Si quiere», retó a Navarra TV, «se lo digo cinco veces o veinte, con Bildu no vamos a pactar». Llegó al poder con la abstención de estos malnacidos. Es más, terminada la moción de censura, se citó con ellos en el bar de la Cámara Baja para agradecerles los servicios prestados. Vamos a contar mentiras, tralará. Asimismo, subrayó que «con Pablo Iglesias no iría a ningún lado» y enfatizó que jamás formalizaría un pacto con Podemos porque «no dormiría tranquilo». Debe llevar 37 meses en vela porque no sólo forjó una alianza con el dueño del casoplón de 1,2 millones comprado por 670.000 euros sino que, además, lo coló de vicepresidente amén de convertir en ministra a Irene, Irena, Ireno o como carajo se llame Montero. ¿Y qué opinan de la siguiente?: «No voy a permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas». Pues menos mal, porque tiene un acuerdo de legislatura con Bildu y con esa ERC de Rufián que perpetró el golpe de Estado del 1-O. Ojo a otro dato. Empeñó su palabra cuando le preguntaron qué haría con un colaborador que emplease empresas instrumentales para defraudar a Hacienda. Okdiario pilló con el carrito del helao a Pedro Duque, cuyo casoplón en Madrid y cuya mansión en Altea se adquirieron por esta vía, y ahí está el astronauta. Claro que igualmente apostó por forzar la dimisión de todos los personajes públicos que plagien tesis. «En Alemania renuncian cuando les cogen», reflexionó. Consejos vende que para él no tiene. Su tesis es un robo a mano armada y ahí continúa él más chulo que un ocho. Nos guste o nos disguste Rufián, a mí me disgusta y mucho, hay que admitir que un cálculo de probabilidades le da la razón. Habrá referéndum de independencia vestido de consulta –menudo palabro porque «consulta» es ir al médico– o de lagarterana. Denle tiempo a Sánchez.