Política

Soberbia

A España no está llegando el chavismo. En España «se inventó» el chavismo

Con cierta soberbia acomplejada (sí: tal cual) se oye decir que España se está «venezuelizando», que España, mañana, será bolivariana, que la política española se ha latinoamericanizado... Pues no. ¿Y por qué esa es una visión soberbia de la situación? Pues porque hay quien tiende a pensar que sus males siempre proceden de fuera, y como esas políticas no les gustan, sospechan que todas las teorías que se están poniendo en práctica en España desde hace dos décadas son «importadas». Teorías que equiparan con productos exóticos, o virus procedentes de lejanas latitudes… Craso error. A España no está llegando el chavismo. En España «se inventó» el chavismo: Chávez estrechó lazos en su momento con una serie de profesores universitarios españoles, cuyos nombres son de sobra conocidos (no toda la responsabilidad es de Laclau), que fueron sufragados por él cuando en Venezuela el petróleo parecía interminable (ahora está siendo sustituido por la pasta de coca como fuente de recursos). Fueron españoles quienes inocularon buena parte de las ideas teóricas que puso en práctica Chávez tejiendo un complejo entramado de fundaciones, intercambios intelectuales, personales, laborales, económicos… En la actualidad, quizás sus albaceas ideológicos sigan costeando el proyecto, que desde luego, y después de dos décadas, ya está en otra fase mucho más avanzada que la mera teoría, como hemos comprobado. De modo que cuando dicen que la política española está influenciada por el chavismo latinoamericano quizás se equivocan, podría ser al revés. No estamos importando el estilo bolivariano (pobre Bolívar, además). Ha sido un grupo de españoles quienes lo inventaron en esa azotea desde donde los poderosos disfrutan con el espectáculo patético que ofrecemos todos los que pertenecemos a la masa: simples juguetes a sus órdenes, haciendo aspavientos, polichinelas miserables cortejadas por los susurros de sus promesas vacías y terribles… Desde España se ha inoculado el aliento bolivariano a Latinoamérica, no al contrario. Quienes tanto se quejan de la Conquista española han vuelto a dejarse conquistar, pero esta vez peor que en el Siglo de Oro, por unos aventureros que juegan con vidas humanas desde sus cómodas poltronas reservadas a las élites.