Economía

Despilfarro del Gobierno sanchista

«La deuda pública –1,4 billones de euros– atrapa la economía española y compromete el bienestar de las próximas generaciones»

Conviene no olvidar que tenemos fronteras comunes e idéntica moneda que las naciones más poderosas de la Unión Europea. Y, claro, los observadores franceses, alemanes o italianos contemplan con desasosiego las cifras que pesan sobre la gestión de Pedro Sánchez. La deuda pública española ha superado el billón cuatrocientos mil millones de euros, 126.000 en el último año. Apabulla el peso de estas cifras. El Gobierno sanchista cabalga a galope tendido sobre el caballo desbocado del despilfarro. El esfuerzo de austeridad que España necesita permanece ajeno a la política sanchista. Los derroches y las ligerezas de la actual gestión económica gravitarán sobre la ciudadanía durante varias generaciones. El déficit se mantiene por encima de los dos dígitos sin que se distienda por parte del sanchismo una situación cada día más insostenible. Claro que, superada la pandemia Covid-19, se producirá el espejismo de la mejoría económica. Pero los datos de fondo permanecerán.

En el sector público se condensa el 80% del empleo creado desde el fin del confinamiento. En lugar de alentar a las empresas españolas, Pedro Sánchez se complace en rasgar la austeridad pública, creando unos empleos innecesarios en el sector público para colocar en ellos a parientes, amiguetes y enchufados del PSOE y sus coaligados.

Por añadidura, los altos cargos, conforme a un informe de Rocío Esteban, se han disparado hasta los 740, con un gasto que supera solo en el primer semestre del presente año los 40 millones de euros. En plena Covid, Pedro Sánchez fichó a 66 enchufados más. Y el número de sus asesores, copiosamente pagados por no hacer nada, se acerca a los 1.500. ¡Qué espectáculo!

Considera Pedro Sánchez que se asegura así un creciente voto cautivo. Voltaire en su obra «El siglo de Luis XIV» pone en boca del gran Rey francés este juicio certero: «Cada vez que cubro una vacante creo cien descontentos y un ingrato». Salvo para Félix Tezanos, entusiasta sanchista inasequible al desaliento, los sondeos demoscópicos certifican el derrumbe de la popularidad del presidente del Gobierno. Dos años significan tiempo sobrado en política para recuperar las asistencias perdidas, pero Pedro Sánchez se encoge ante las dificultades en las que le ha sumido su Gobierno de Frente Popular.