Economía
Hundamos la economía española a través del idioma nacional
En estos momentos, lo que tenemos en España hunde la economía y amenaza la continuación de España como tal
En La Razón del pasado 28 de noviembre, Toni Bolaño publica un interesante artículo tituladoEl castellano como campo de batalla político. Efectivamente, se considera que la persecución del idioma oficial de España tiene consecuencias verdaderamente extraordinarias, y estudiadas muy a fondo. Es preciso recordar lo que se ha señalado por toda una serie de grandes economistas. Desde Adam Smith, en La riqueza de las naciones, hasta los Fondations de Samuelson, tenemos un auténtico alud de datos que nos informan de qué manera la ruptura de la homogeneidad del mercado, inmediatamente hunde la productividad y acarrea causas importantes de depresión económica, y eso es lo que se produce cuando en un conjunto que tenía homogeneidad en el idioma, ésta se rompe. Todo el que se haya asomado a la economía y contemple, en un área concreta, lo que significa la ruptura de un instrumento típico fundamental del mercado, como es el idioma, se da cuenta de que es una de las causas más serias que frenan el desarrollo de un conjunto geográfico, en este caso, el de España. Cuando trabajé los citados Fundamentos del análisis económico de ese colosal economista que fue Samuelson, comprendí, al llegar a capítulo VIII, Economía del Bienestar, que tenía todos los argumentos necesarios en favor de la existencia de ventajas notables, cuando todo un conjunto tenía el mismo idioma; ese conjunto puede ser nacional o internacional, caso éste último del papel creciente que ahora mismo tiene el inglés, y respecto a la economía española, la positiva herencia del idioma, tras los amplios territorios que existieron en el Imperio Español. No olvidemos, tampoco, el mensaje de Smith. En el caso de España, las complicaciones mayores partieron de hecho de que el romanticismo del siglo XIX estaba unido al inicio de recuerdos secesionistas en Cataluña y en la zona vasconavarra, con tesis, por ejemplo, expuestas por leyes carlistas, en pugna con el mensaje derivado de la Constitución de Cádiz. Para complicarlo todo, el nacimiento del cantonalismo y, en la actualidad, la aparición, con especiales poderes, en las Comunidades Autónomas, hace posible que la ruptura del mercado, como derivación del poder administrativo, sea muy importante y esté firmemente asentada con decisiones regionales sobre el idioma.
Esta cuestión fue, a mi juicio, señalada para siempre por ese gran conocedor de la realidad social que es Max Weber. Cuando, en su obra magna Economía y Sociedad, pasa a estudiar Los Tipos de dominación, señala exactamente lo siguiente: «La dominación desempeña, en casi todas sus formas, aún allí donde menos se sospecha, un papel considerable». Así ocurre, por ejemplo, en las comunidades lingüísticas. No sólo ha influido, con frecuencia, en la evolución de las grandes comunidades lingüísticas unitarias, donde la elevación de un dialecto a idioma oficial de la organización política, mediante la imposición forzosa –como ha ocurrido en Alemania–, sino que –para tratar del caso inverso– una decisiva diferenciación idiomática ha producido la separación política (Holanda contra Alemania). Y continúa: «La dominación ejercida en los ámbitos escolares –desde la enseñanza primaria a la Universidad– determinan también el modo más duradero y constante de la forma y la preponderancia de ese lenguaje escolar convertido en oficial … Es lo que constituye la acción comunitaria, la que determina unívocamente su dirección hacia un fin … Como ocurre en otras formas del poder, en la dominación no existe, de ningún modo, una tendencia exclusiva o siquiera constante, por parte de sus beneficiarios, a perseguir intereses puramente económicos o a ocuparse preferentemente de bienes económicos».
Esto se señaló, para siempre, en el análisis de los tipos de dominación. Cuando observamos la dureza con que en Francia se impone el francés en todos los ámbitos escolares, comprendemos todavía aún mejor ese mensaje de Weber en la traducción exclusiva que Joaquín Abellán efectuó en la versión titulada Sociología del poder. Los tipos de dominación (Alianza, 2009), donde se enlaza la cuestión de los tipos de dominación, con un texto publicado por primera vez en 1921, cuando se analizaban, históricamente, las consecuencias que, para cuatro imperios, el alemán, el austríaco, el ruso y el turco, se derivaban de su fracaso en la citada contienda.
En estos momentos, lo que tenemos en España hunde la economía y amenaza la continuación de España como tal. Esa alianza que, para favorecer unos presupuestos llenos de equivocaciones, genera la exigencia, desde la escuela, de esta nueva realidad lingüística, no puede ser dejada de tener en cuenta como la más peligrosa que, desde el final del siglo XV, ha tenido España, y en este caso, en lo político y también en lo económico. Nos amenaza, pues, la cuestión de los idiomas, no sólo el ser más pobres, sino que podemos desaparecer como España.
Juan Velarde Fuertes es economista y catedrático
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