El desafío independentista
Entre Canet y Nueva Orleans
Entre ambos hechos aparecen demasiadas similitudes, que afectan a niños de cinco años en la escuela, con boicots, acosos y amenazas como los supremacistas raciales de entonces
Ruby Bridges era una niña de color –afroamericana– que en 1960 contaba seis años de edad y residía con sus padres en la ciudad de Nueva Orleans, en el sureño estado de Louisiana. Aunque al nacer en 1954 la segregación racial había sido declarada ilegal por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, los gobernadores y la sociedad de diversos estados de la antigua Confederación eran muy reacios a acabar con ella, particularmente en la escuela. Los padres de Ruby estaban implicados en movimientos para poner fin a esa ilegal discriminación, y consiguieron que su hija fuera una de los escasos cinco niños que superaron las pruebas del sistema de integración racial de Nueva Orleans, paso previo para acreditar su capacidad para incorporarse a una «escuela para blancos». De esos cinco menores, solo Ruby consiguió ingresar, lo que motivó un rechazo generalizado de la comunidad escolar, profesores y padres, que plantearon un boicot total a su entrada en la correspondiente escuela primaria.
Ese año fue electoral a la presidencia en los EEUU, estando todavía el republicano Eisenhower en el poder, al que sustituiría Kennedy, ganador frente a su vicepresidente Nixon una semana antes del 14 de noviembre, en que cuatro agentes federales «presidenciales» recogieron a la niña en su casa para acompañarla a la escuela. Ese primer día el tumulto en las inmediaciones de las puertas del colegio era enorme, con amenazas hacia la niña y su familia. Los padres de los alumnos de aquel colegio le hicieron boicot retirando a sus hijos de todas las aulas, vaciando el centro. Ante la negativa de los profesores a impartir clases a la niña, se contrató a una profesora de Boston, que durante un año fue su maestra en una clase vacía. Un año después se incorporaban a la escuela ocho niños más como Ruby… y así hasta hoy.
Bill Clinton la condecoró en 2001, cuarenta años después de aquellos hechos, y en 2011 Obama la recibió en la Casa Blanca agradeciéndole su testimonio, «sin el cual, él no estaría allí».
Entre esa escuela de Nueva Orleans y una más cercana a nosotros en el espacio y el tiempo, hay tantas diferencias como las que van desde la sociedad del estado de Louisiana de hace sesenta años a la nuestra actual. Pero, a la vez, entre ambos hechos aparecen demasiadas similitudes, que afectan a niños de cinco años en la escuela, con boicots, acosos y amenazas como los supremacistas raciales de entonces con la niña Ruby y su familia. Tenemos un Gobierno tan progresista que mira para otro lado ante hechos similares actuales. Pero Sánchez y Aragonès no son Eisenhower ni Kennedy.
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