Fin de año

Patadas en las espinillas

Llegamos al 2022 deseando un mundo más cuerdo

Una vez más, cuando llega esta fecha, nos da por hacer balance de lo que ha sido el año. Una mirada global, nos muestra, a través de la pandemia, la fragilidad de los seres humanos a pesar de la soberbia con la que nos viste el avance técnico.

En cuanto a las consecuencias económicas, solo hemos visto la punta de Iceberg, las medidas expansivas no se pueden mantener indefinidamente y los cálculos de recuperación se vuelven a ver retrasados. Igual que hace un año.

Pero no todo ha sido crisis sanitaria y económica. También fuimos espectadores, con estupor, del asalto al Congreso de EEUU, del retorno de los talibanes a Afganistán, y del fracaso de Glasgow ante la crisis climática.

Un carguero atacado en el canal de Suez provocó un desabastecimiento de aproximadamente el 10% del PIB mundial y la subida de materias primas hace tambalear los costes de los productos más habituales.

Aquí tenemos, además, nuestro balance local. Los independentistas son más poderosos que hace un año, las decisiones más importantes en la política nacional están en su mano.

Pero hay que vivir cada día, aunque sea a oscuras porque, entre las mascarillas y el precio de la electricidad no nos vemos casi la cara. Como broche, no nos faltó Filomena y la erupción de La Palma.

Luego está el micro cosmos de cinismo en el que se disputa el poder. Sánchez y Podemos son peor que un matrimonio de conveniencia en el que ya cabe poco más que reproches y esperar al divorcio en vísperas de las elecciones.

Pero a todo hay quien gane, los pellizcos de monja entre Díaz Ayuso y Casado puede terminar en una batalla de patadas por debajo de la mesa en el que uno de los dos perderá las espinillas.

Llegamos al 2022 deseando un mundo más cuerdo.