Partido Popular

Tanxugueiras

Pero que sepan que el voto del público lo tiene Díaz Ayuso y Feijóo, el del jurado, que es el que decide

El voto del público del Benidorm Fest lo advirtió muy claramente: las ganadoras eran las Tanxugueiras, lo que vaticinaba, haberlas haylas, la gallegada que nos espera. El foco estuvo un día en Sevilla, en los estiletes machadianos de Alfonso Guerra y su hermano. ¿Dónde estará el hermano de Alfonso Guerra, por cierto?, en la meseta aznariana, y vuelta al pulpo a feira, con whisky, de Rajoy. Cuando creíamos que Madrid se convertiría de verdad en el «rompeolas de todas las Españas» nos quitan a Ayuso de la competición para convertirla de nuevo en la «muñeca asesina» y aclamar a Feijóo. Una cosa es el voto del público, en este caso el de los barones del PP, y otra el del jurado, que es el que al final va a las urnas. Y ustedes me dirán que si subo o bajo. Pues bajo, bajo. La cruz del PP es que en este estado de pánico, como en otros similares, se hace pipí, y es tal la carallada que se forma entre sus filas que confunde lo urgente con lo importante. En vez de reflexionar, ve la portada de un periódico que igual un día tuvo influencia y ya el dodotis aparece inflado y sin nadie que quiera cambiar el pañal del niño porque aquello es el olor nauseabundo de la cobardía.

Pablo Casado lo ha hecho mal, de acuerdo, pero de ahí a presentarlo como un Ecce Homo ante el pueblo para que elija si va a la cruz hay un trecho que se llama buenos modales. Hombre, que se note, aunque no sea cierto, que muchos peperos han ido a colegios de pago (es que me encanta este término). Sí, Feijóo parece el jefe natural de este ejército que en el pecado llevan la penitencia. Pero que sepan que el voto del público lo tiene Díaz Ayuso y Feijóo, el del jurado, que es el que decide. El presidente de la Xunta tiene el temple de un hombre maduro que no juega en el recreo a matar marcianitos. Y que pilla con el gallego de moda, algo que no conseguía desde las canciones de Golpes Bajos y Siniestro Total, aquellos que entonaban «bailaré sobre tu tumba», título casi prestado de Boris Vian. La cosa promete. Preparados para la «rapa das bestas». Abascal, cambia de caballo.