Papa Francisco

La «casual» desaparición de la URSS

Conforme a lo previsto, el Papa Francisco consagró ayer en la Basílica de S. Pedro de Roma a Rusia –junto a Ucrania– al Corazón Inmaculado de María «en comunión con todos los obispos del mundo». En un Occidente europeo profundamente secularizado, que incluso ha caído en una apostasía pública de la fe sobre la que se construyó la Cristiandad –denominación con la que durante mil años (410 -1453) fue conocida la actual Europa– este acto puede pasar desapercibido, o a lo sumo considerado como otra mera ceremonia litúrgica de la Iglesia. Sin duda se consideran más importantes y eficaces para detener la guerra en Ucrania, las ceremonias de la Cumbre de la OTAN y del Consejo Europeo. Es la respuesta de una sociedad donde se ha relegado a Dios como alguien inexistente o que, si existe, no tiene nada que decir a este mundo, tan desarrollado y cientifista que no está para someterse a ritos y cultos ancestrales propios de civilizaciones y culturas ya superadas.

Quizás para esas mentes tan racionalistas y modernas sea oportuno recordar el antecedente más próximo a dicha ceremonia y las consecuencias que produjo para la paz mundial. Fue otro 25 de marzo de 1984, solemnidad de la Anunciación-Encarnación del Hijo de Dios en el seno virginal de María, de hace 38 años. Cuando el Papa hizo pública su voluntad de efectuarla, los acontecimientos se precipitaron. Por entonces la situación mundial era de una gran tensión entre los EEUU y la URSS, temiéndose una guerra nuclear entre las dos superpotencias. Entonces falleció el líder soviético Breznev y fue sucedido por Andropov, que también murió, y vino Chernenko. A las dos semanas de celebrada la consagración, un tal Mijail Gorbachov es nombrado segundo secretario del PCUS, y el 11 de marzo de 1985, tras fallecer también Chernenko, accede al liderazgo de la URSS para poner en marcha la Perestroika y la Glassnot –«reforma y transparencia»– del régimen comunista soviético.

En apenas tres años (1982-1985) la URSS tuvo cuatro líderes, frente a los tres anteriores –Lenin, Stalin y Kruschov– que tuvo en más de sesenta años. Los acontecimientos seguirán: en 1987 se firmaba en Washington por Ronald Reagan y Gorbachov el tratado de limitación de armas nucleares estratégicas START I, con el que se alejaba el riesgo de confrontación. «Casualmente» fue el 8 de diciembre de ese año, fiesta de la Inmaculada Concepción. Dos años después, en 1989, se desplomaba el Muro de Berlín, símbolo de la Guerra Fría, y se reunificaba Alemania en 1990. Finalmente, la misma URSS desaparecía un año, después «casualmente» también el día de la Inmaculada Concepción. Todo muy «casual».