Luis María Anson

Canela fina | El error de la II República

«Si la II República hubiera sido de todos, continuaría hoy en España. Pero fue excluyente. La Monarquía restaurada sí fue de todos desde 1978»

Hace un año publiqué un artículo que se reprodujo copiosamente y que en este Viernes Santo, con permiso del director de La Razón, reproduzco a continuación.

«Si la II República española hubiera sido de todos, continuaría como la forma de Estado de nuestra nación. Pero fue sectaria y excluyente y fragmentó al país en dos. En 1936, tras la victoria del Frente Popular, el horizonte de futuro quedó claro para España: o dictadura del proletariado, es decir, el comunismo; o dictadura de la clase media, es decir, el fascismo. El asesinato de uno de los jefes de la oposición, el diputado Calvo-Sotelo, ordenado por el Gobierno y ejecutado vilmente, precipitó la guerra incivil.

Recuerdo que un día, durante el almuerzo en la Universidad de Oxford, mi mujer Beatriz le preguntó a Salvador de Madariaga por qué se fue de España. «Estaba claro –contestó el gran escritor–. La victoria de cualquiera de los dos Franciscos –Largo Caballero o Franco– significaría la dictadura». Madariaga no se fue solo al exilio. También lo hizo Marañón, Pérez de Ayala e incluso Ortega y Gasset, al que el socialista Besteiro avisó: «Profesor, vete de España cuanto antes porque los milicianos te van a asesinar». Alertó también a Melquiades Álvarez, que decidió no exiliarse, y fue fusilado con conocimiento del Gobierno republicano.

«La clase obrera –había proclamado Largo Caballero– tiene que hacer la revolución. Si no nos dejan, iremos a la guerra civil declarada». La revolución era el comunismo, la gran fascinación de la época. Largo Caballero tenía las ideas claras: «La clase obrera –dijo tras la victoria del Frente Popular– debe adueñarse de todo el poder político. Estoy convencido de que la democracia es incompatible con el socialismo. Y como el que tiene el poder no va a entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la revolución».

La guerra incivil la ganó Franco, que impuso la dictadura de la clase media, es decir, el fascismo. Franco estableció después la única dictadura en la que creía, la militar, convirtiendo a España en un cuartel, en un país, como dijo Churchill, ocupado por su propio Ejército. Desde su exilio en Estoril, Juan III propugnó siempre la Monarquía de todos y la devolución al pueblo español de la soberanía nacional, secuestrada en 1939 por el Ejército vencedor de la guerra incivil».

Luis María Anson, de la Real Academia Española