Deportes

Trampas

Son dos ya. Dos veces pillados en trampas. Hay que hacer una limpieza tan enorme que no se me ocurre otra que borrón y cuenta nueva

Soy una aficionada de a pie, hablo desde la grada. Desconozco cómo funciona la Federación de Rugby por dentro, aunque conozco a algunas personas que están en ella y por las que tengo mucho cariño. Esto que ha ocurrido en estos últimos días es un drama para este deporte cuando estábamos a punto de que los Leones pudieran estar en un Mundial, cuando ya preparábamos los viajes a Francia, cuando ya estábamos mirando fechas. Es un desastre. Porque un deporte que se basa en los valores, en la lealtad, en la educación, en que no valen los atajos, sólo el esfuerzo, se han hecho trampas. Por segunda vez. Y han descalificado a España. Trampas. Una cosa común en otros deportes, pero que en este es pecado mortal. Aquí se le explica a los críos que se acercan que eso no se hace aquí, y resulta que se ha hecho. El jueves, World Rugby, a recurso presentado por Rumanía y secundado por Portugal, ha demostrado que hubo una alineación indebida en Los Leones con el pilier sudafricano Van der Berg, que juega en el Alcobendas. No estaba en disposición de ser alineado en los dos partidos que jugó en este año y el anterior dentro del Seis Naciones B por cuestiones de permanencia en suelo español, es decir, por haber permanecido aquí menos tiempo del necesario para ser convocado y, esto es lo más alucinante, desde el Club se enviaron fotocopias de su pasaporte atestiguando que lo estuvo. El mismo jugador la cagó, colgando fotos desde Sudáfrica cuando se decía que estaba aquí. Ya nos pasó en el último clasificatorio por emplear a dos franceses que ya estaban «capturados» previamente por su país de origen en otros partidos internacionales. Son dos ya. Dos veces pillados en trampas. Hay que hacer una limpieza tan enorme que no se me ocurre otra que borrón y cuenta nueva. La Federación dice que ha sido engañada, el Alcobendas va a perder la categoría, pero las multas a los responsables de esa falsificación es tan nimia, tan insustancial, tan ridícula, que se antoja poco proporcional al daño causado a este maravilloso deporte. Mi abrazo a los jugadores, que son los damnificados, y mi petición, como aficionada, a que se vayan responsables y engañados. Por acción y omisión.