Política

A Podemos se le seca la yerbabuena

De cómo la magia de Andalucía transformó milagrosamente el miedo a Vox que sembró la izquierda en votos para el Partido Popular

Así que han coincidido de manera excepcional el Rocío, el Concurso del Falla del Carnaval de Cádiz –sin Juan Manzorro– y el inicio de la campaña de las autonómicas andaluzas. Se les amontona la vida y la primavera. El candidato socialista, que se llama Espadas, pide el voto «a boca llena» en clara referencia a María La Yerbabuena que tanto animaba las noches de concurso de chirigotas con su yerbabuénico grito de guerra. Decía así. «Ole, ole y ole mi Cádiz, y lo digo a boca llena. Y el que no diga ‘ole’, que se le seque la yerbabuena». A lo que respondía el teatro: «Ole, ole y ole». Ya no se escucha porque María se murió y yo la recuerdo saludándome desde lo alto de una carroza en la cabalgata de Carnaval disfrazada de abeja y tenía los ojos redondos y alegres como canicas nuevas. Después, cada cual adaptó el grito de María según la chirigota que apareciera y el gallinero improvisaba a la remanguillé y a aquella comparsa que iban de esclavos les gritaron: «Ole y ole la comparsa de los negritos, y al que no diga ole, que le den en la cara con una bolsa de Doritos». Ahora sería algo así, «Ole y ole, la candidatura de Olona y el que no diga ‘ole’, que le pisen el dedo gordo con un carrito del Mercadona». A Olona que no es andaluza, pero se le ve la pinta, no le gritan casi nada por pedir el cierre de Canal Sur en la semana en la que la gente más ve Canal Sur, que es cuando se emite la final del Falla. A la candidata de Vox la animan los voximanos andaluces echados al monte –aunque en Cádiz no hay monte– un poco como María la Yerbabuena animaba a aquellas chirigotas de Badajoz que venían a Cádiz en el autobús con lo mejor del repertorio y un bocadillo y se volvían para casa sin dormir.

Ahora que lo pienso, la maldición de María era materialmente un imposible porque en Cádiz no se seca la yerbabuena ni se seca nada en general. Yo vivía en la Plaza de España en una azotea y cuando soplaba el poniente, no se secaba ni el suelo de la ducha. Aquello, más que humedad, parecía el Cabo de Hornos o el sollado del «Pequod». Un día abrí el armario de las latas de conserva y allí había un buzo de la Guardia Civil.

No es que se sequen las cosas, es que se ponen «porías» y se marchitan y les entra el moho y se quedan cambembas con el paso del tiempo que en Cádiz pasa a su manera. Parece que fue hace tres mil años cuando los fenicios fundaran Gadir y que Pablo Iglesias llamó a la alerta antifascista para frenar en las calles a Vox y si lo piensas, fue al principio de la legislatura. Ahora puede pasar que para frenar a Vox, los andaluces terminen votando a Wanda Moreno Bonilla, un pez llamado Juanma. Estas cosas pasan en Cádiz por arte del birlibirloque que escribió Bergamín y porque Cádiz está horadada de túneles de las Cuevas de Mariamoco y entras por el Ayuntamiento y sales por el Campo del Sur. Cuentan que una vez, allí se perdió un niño y salió a la semana aterrado y muerto de hambre. Ese niño era Pablo Iglesias. A Podemos se le secó la Yerbabuena. Y lo del trifachito, qué, si parece una cosa rupestre casi como de los tiempos de Balbo el Mayor. Quiero recordar que hasta se manifestaron ante el Palacio de San Telmo en Sevilla para parar al fascismo, y mira. Es cierto que ya no hay manifestaciones más que de los carnavaleros y los banderilleros. Si no hay palos en las calles es porque gobierna la izquierda; algo bueno tenía que tener.