Pedro Sánchez
Un absurdo plan de ahorro energético
La ley se tiene que cumplir, pero también existe el legítimo derecho de rechazar una norma injusta y equivocada
Me preocupa mucho que Sánchez se aburra este mes de agosto, porque no podrá aprobar ningún real decreto-ley. En lo que va de año lleva catorce. Es una situación escandalosa, pero los españoles somos un pueblo sumiso y esta anomalía constitucional es asumida con total indiferencia. Es la constatación de que Montesquieu está muerto y enterrado en una sima tan profunda que me temo que jamás recuperaremos la división de poderes. Los que menosprecian a Sánchez se equivocan, porque ejerce un poder enorme con una minoría muy escasa que se apoya en unos socios parlamentarios muy poco recomendables. Ahora nos ha colocado otro real decreto-ley de medidas urgentes que es la consagración de la ineptitud del sobrevalorado equipo económico del Gobierno. Me temó que descubrirá como Zapatero que se equivocó en ese terreno, aunque los agraciados con el favor presidencial se fueron de rositas a pesar de su incompetencia. El plan de «medidas de ahorro, eficiencia energética y de reducción de la dependencia energética del gas natural» es tan caprichoso como arbitrario. Lo único que sabemos de este despropósito es que será perjudicial para la economía.
Nuestras ciudades parecerán las sombrías capitales comunistas de los sesenta. La alegría de los comercios, los bares y los restaurantes se sustituirá por una desagradable oscuridad. Habrá que crear una «policía» especial que recorra las calles sancionando a los infractores que se atrevan a contravenir esta ocurrencia. Es lo mismo que sucedió con el inconstitucional estado de alarma que fue una inaceptable restricción de libertades públicas y privadas. Ahora nos dicen cuál es la temperatura que la vicepresidenta Ribera, cuyos conocimientos en la materia son un arcano, considera adecuados. Ayuso tiene razón al afirmar que «la capital no se apaga». La ley se tiene que cumplir, pero también existe el legítimo derecho de rechazar una norma injusta y equivocada. Me gustaría que me explicaran por qué el aire acondicionado tiene que estar a 27 grados y no a 28, 29 o 26, 25, 24… Lo mismo sobre la calefacción a 19 grados. A lo mejor es que les gustan los números impares o guardan un recuerdo imborrable de sus 27 o 19 años. No se me ocurre otra explicación. Por cierto, no tiene ningún futuro el recurso al TC porque ya se habrá consumado su control gubernamental.
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