Alberto Núñez Feijóo

Progres contra Albertinho

Nadie ha escuchado de labios de Albertinho el compromiso de no subir los impuestos nunca, independientemente del desastre que pueda heredar de la gestión socialista

Encontré dos joyas en la reciente entrevista en «El País» con Albertinho Feijoada, el presidente carioca del Partido Popular.

La primera joya fueron los comentarios de los periodistas, Claudi Pérez y Xosé Hermida, que «informaron» así a los lectores: «Feijóo reclama una vez más bajadas de impuestos pese a que la presión fiscal española es inferior a la europea… Su política económica es la del PP de toda la vida, bajar impuestos, pese a que el déficit y la deuda hacen prácticamente inviable esa jugada… El PP ha votado tradicionalmente en contra de conquistas sociales». Pedazo de información, oiga, como si fuera evidente que hay que subir los impuestos porque otros Estados castigan aún más a los contribuyentes, como si fuera imposible bajar el gasto público ni un céntimo, y como si la izquierda tuviera el monopolio del progreso de la sociedad.

Brilló, asimismo, la estrella brasileña, que ya va dando pistas sobre su amor al pueblo contribuyente. Mire, señora: «Nosotros hemos mantenido siempre los servicios públicos. Son sagrados… El PP ha subido las pensiones siempre».

El gasto público es sagrado para el Partido Popular, no su cartera de usted, señora. Como no bajará dicho gasto, es difícil que proteja dicha cartera, y fácil que la usurpe, como hizo en su día el trío calavera: Rajoy-Montoro-Guindos.

Pero, vamos a ver, dirá usted: Albertinho Feijoada ha prometido bajar los impuestos, y lo repite cada vez que habla.

Es cierto, pero observe el cuidado del dirigente brasileño en blindar el gasto público y no hacer ninguna propuesta impositiva que la izquierda no pueda respaldar, desde la bajada del IVA de la electricidad hasta la deflactación del IRPF. Y en cuanto a su medida impositiva estrella, la reducción del IRPF a las rentas de hasta 40.000 euros, Feijoada, entre samba y bossa nova, no deja de aclarar que sería una «bajada temporal».

Cabe advertir, por tanto, de la posible repetición de la triste historia del último gobierno conservador, que alegó la excusa de la herencia recibida para crujir a los contribuyentes. Nadie ha escuchado de labios de Albertinho el compromiso de no subir los impuestos nunca, independientemente del desastre que pueda heredar de la gestión socialista.

En fin, hablando de tristeza brasileña, recordemos las primeras líneas de aquella preciosa canción de Luiz Bonfá y Antonio Carlos Jobim: «Tristeza não tem fim/Felicidade sim»