Donald Trump

La estrategia legal y política de los Demócratas contra Donald Trump

El ministerio de Justicia debe aplazar una acusación criminal contra Trump hasta después de los comicios de noviembre. Una condena de un ex presidente es una apuesta muy arriesgada

El 9 de agosto agentes del FBI entraron en la residencia de Donald Trump en Mar-a-Lago e incautaron cajas de documentos. Dicha acción contaba con autorización judicial y el ministerio de Justicia con suficientes indicios de acciones criminales. El ex presidente destruyó documentos de naturaleza secreta que debía entregar a los archivos nacionales. Las siete sesiones públicas televisadas del comité del Congreso sobre los sucesos del 6 de enero han mostrado mediante decenas de testigos (incluso familiares y políticos muy leales a Trump) que el ex presidente presionó a cargos electos de varios estados (Georgia, Arizona, Michigan) para que cambiaran el resultado donde había perdido por un margen no grande. Se realizaron los recuentos obligatorios en muchos estados. Recurrió los resultados alegando fraude en más de sesenta tribunales y perdió en todos los casos. Trump intentó reemplazar a la cúpula del ministerio de Justicia. El ex presidente animó a sus seguidores a que acudieran a Washington, D.C., el 6 de enero, el día en el cuál su vicepresidente, Mike Pence, según exige la Constitución, debía y finalmente pudo certificar en una sesión plenaria del Congreso los resultados de las elecciones. El magnate neoyorquino pidió a miles de sus seguidores congregados cerca de la Casa Blanca que lucharan mucho y exigió a Pence que debía cambiar el resultado. No hizo nada durante más de tres horas mientras seguía por televisión el asalto al Capitolio. Más de 1.200 seguidores de Trump irrumpieron en los edificios del Congreso, estuvieron a punto de capturar a Pence y los líderes del partido Demócrata y destrozaron oficinas de senadores y congresistas.

Sin embargo, los trágicos sucesos del 6 de enero de 2020 no han cambiado la opinión de la mayoría de votantes republicanos. Trump afirmó que podía disparar contra alguien en la Quinta Avenida de Nueva York y no perdería el voto de los suyos. La mayoría de votantes republicanos consideran la entrada de agentes del FBI en Mar-a-Lago como el cuarto intento de la burocracia del gobierno federal y del estado profundo, que según esta narrativa controlan los Demócratas, para impedir que Trump sea presidente. Los dos fallidos para destituirle en el Congreso mediante el proceso del impeachment (5 de febrero de 2020 y 13 febrero 2021, respectivamente) y el trabajo del comité del 6 de enero, bajo mayoría Demócrata en ambas cámaras del Congreso, serían los tres primeros. La estrategia legal del ministerio de Justicia, cuyo titular (Merrick Garland) es Demócrata pero actúa independientemente del presidente, tiene su lógica pero políticamente es muy torpe. La entrada del FBI en Mar-a-Lago se produjo después de una semana repleta de éxitos para Joe Biden.

El Congreso aprobó una ley que financia con 52.000 millones de dólares la producción de semiconductores en EEUU. Se acabó con la vida de Ayman al Zawahiri, líder de Al Qaeda. El informe laboral de junio arrojó un balance de 538.000 empleos creados y el desempleo más reducido (3,5%) desde 1969. Los Demócratas consiguieron con su exigua mayoría aprobar el Inflation Reduction Act, que financia con 433.000 millones en la próxima década la energía en general, las renovables y limpias en concreto y la lucha contra el cambio climático. Aplica un impuesto de sociedades federal mínimo del 15% para las empresas con beneficios mayores de 1.000 millones de dólares, impidiendo que multinacionales estadounidenses tan colosales como AT&T, AIG, Nike, Chevron y Amazon (entre otras) paguen tasas reales en dicho impuesto por debajo del 6%. Pero las imágenes de la operación del FBI en Mar-a-Lago pisaron la cobertura de dichos triunfos por los medios. Todos los políticos republicanos cerraron filas y criticaron la acción del FBI. Trump ya había conseguido que en estados políticamente decisivos como Arizona, Michigan y Ohio, candidatos que perpetúan la mentira sobre su supuesta victoria en 2020 ganaran primarias republicanas y aspiren a ser gobernadores y congresistas federales. Pence, el gobernador republicano de Florida, Ron deSantis y otros pesos pesados del partido ven ahora en Trump la mejor garantía para alzarse con la mayoría en la Cámara de Representantes en noviembre. Según una encuesta de Político del 10 de agosto, un 58% de los votantes republicanos votarían por Trump en su muy probable intento de reelección en 2024. Es el porcentaje más alto desde noviembre de 2020.

El ministerio de Justicia debe aplazar una acusación criminal contra Trump hasta después de los comicios de noviembre. Una condena por parte de un jurado de un ex presidente es una apuesta muy arriesgada. Los Demócratas deben resaltar sus éxitos legislativos, la reducción del precio de la gasolina, la ausencia de desempleo y aprovechar la movilización de sus bases por la sentencia del Tribunal Supremo contra el aborto. Pueden destacar la amenaza que constituye Trump. Pero si las legislativas se convierten en un referéndum sobre el primer mandato de Joe Biden y el futuro de Trump, los Demócratas mantendrán el control del Senado pero con alta probabilidad perderán su mayoría de seis escaños en la Cámara de Representantes.

Dr. Alexandre Muns Rubiol. Profesor, EAE Business School.