Política

De la caverna de Platón a la de Sánchez

La izquierda es así: igual que siempre engaña con la acusación delirante de que el PP desmantela los servicios públicos, ahora cacarea que además queremos acabar con el planeta Tierra

Si en la caverna de Platón la luz es el camino hacia el conocimiento, en la caverna en la que nos quiere encerrar Pedro Sánchez las luces se apagan por decreto, porque el presidente del Gobierno ha escogido quedarse en el mismo lugar al que tantas veces ha llegado de la mano de Bildu y Esquerra: el lado oscuro. Los mismos socios de siempre y nuevas facturas a pagar a los golpistas y proetarras, mientras los ciudadanos se preguntan por qué el ahorro energético pactado con Bruselas ha adoptado la forma de un decreto de corte totalitario, técnicamente defectuoso, elaborado sin diálogo y, sobre todo, carente de cualquier atisbo de sentido común. Durante el verano, ¿es lógico imponer la misma temperatura a una tienda de ropa de la Gran Vía que a un restaurante de Asturias? ¿Por qué estas medidas sobre iluminación para el comercio y la hostelería y no para otros sectores? En este contexto, el inminente recurso de la Comunidad de Madrid ante el TC contra el «decretazo» energético no es más que un acto de sensatez y una justa reacción ante una flagrante invasión de competencias.

Entretanto, el Gobierno de Sánchez sigue instalado en el metaverso de las ensoñaciones «progres», a juzgar por una reciente entrevista a la vicepresidenta Teresa Ribera donde declara sin empacho que «España tienen una suerte espectacular», justo cuando soportamos sobre nuestros hombros más de un 10% de inflación y muchos españoles no pueden hacer frente a los recibos del gas y de la luz, ni a la gasolina para sus coches. Esa es, a día de hoy, la verdadera y única «excepción ibérica».

Las cocinas monclovitas han lanzado además un nuevo mantra: Feijóo es irresponsable e insolidario, Díaz Ayuso negacionista del cambio climático y, por extensión, cualquier persona que defienda otro tipo de estrategias para el ahorro energético, un delincuente medioambiental. La izquierda es así: igual que siempre engaña con la acusación delirante de que el PP desmantela los servicios públicos, ahora cacarea que además queremos acabar con el planeta Tierra. Pues no. Simplemente, frente a quienes sólo encuentran soluciones en prohibir –no toquéis el termostato, apagad el escaparate–, y en freír a impuestos a las empresas y a las familias, el Partido Popular propone alternativas en materia energética que, como ha apuntado Alberto Núñez Feijóo, significan todo lo contrario: un ahorro de energía inteligente orientado a favorecer el crecimiento económico y la protección del medio ambiente y el bienestar, sin aumento de la presión fiscal y sin coartar la libertad los ciudadanos.

Es un camino posible y, de hecho, en la Comunidad de Madrid, estamos consiguiendo integrar la política medioambiental en el modelo económico de la región. Hemos aprobado el Proyecto de Ley de Economía Circular, diseñado para incentivar y crear riqueza y empleo verde, y estamos dando un impulso sin precedentes a la transición energética en la rehabilitación de viviendas y en los transportes. También hemos acercado la naturaleza a los madrileños con el proyecto «Arco Verde» de interconexión entre espacios naturales de municipios y hemos reforestado el territorio con la plantación de 360.000 árboles. Además, la UNESCO ha refrendado la ampliación de nuestro territorio catalogado como reserva de la Biosfera y la ONU ha declarado al Canal de Isabel II operador mundial de referencia en agua y energía sostenible. Por algo será.

Al mismo tiempo, nuestras políticas energéticas y medioambientales no se ciñen únicamente a dos o tres consejerías: impregnan toda la acción de gobierno. Por mencionar sólo dos ejemplos de mi ámbito de gestión, en el área de Educación tenemos en marcha y ya muy avanzado un plan integral de remodelación de los centros educativos para garantizar su eficiencia energética y, en el terreno de la ciencia, los investigadores de los institutos IMDEA de la Comunidad de Madrid ocupan una posición puntera mundial en el desarrollo de combustibles basados en el hidrógeno y de bioleds para la iluminación del futuro.

De modo que pretender que Isabel Díaz Ayuso es una «insolidaria», «negacionista» o «insurrecta» por sus criterios medioambientales, a la vez que se pasa la mano por el lomo a quienes organizan homenajes a asesinos etarras o se mofan del Supremo en las escuelas de Cataluña, sólo puede tener un resultado: agrandar el abismo ya existente entre los ciudadanos y La Moncloa y acelerar la descomposición irreversible de un Gobierno sin principios y sin luces.