Presupuestos Generales del Estado

La clase media y trabajadora

«El dinero no es de Sánchez o del PSOE, aunque lo parezca, mientras que el endeudamiento brutal sí que es de todos»

No tengo muy claro qué considera el Gobierno como clase media y trabajadora. Todo el mundo se llena la boca diciendo que la defiende, así como a los pensionistas, pero la realidad es muy distinta. Durante semanas sufriremos la campaña propagandística sobre los presupuestos más sociales de la historia. Los corifeos mediáticos aplaudirán con gran fervor mientras que los rivales harán todo lo contrario. Por supuesto, que nadie espere un debate sosegado o profundo, porque la política parlamentaria es de brocha gorda. Es decir, como en las viejas películas del Oeste donde hay buenos y malos sin mayores matices. Un día se aprobarán, sin mayores dificultades que el teatrillo habitual, y la maquinaria gubernamental empezará a trabajar para lograr la permanencia en el poder. Es lo que sucedía en las campañas en la Antigua Roma, aunque en aquella época ganaba el que tenía dinero y podía comprar el mayor número de voluntades. Ahora no se hace de una forma tan zafia, pero el clientelismo, desde la época de los íberos, es algo que está en el ADN de la política española. Es algo que confirma la reciente sentencia de los ERE, que como afecta al PSOE no se ha montado un espectáculo permanente como sucedió con Gürtel.

Sánchez espera repetir con la ayuda de unos presupuestos expansivos. Es decir, vamos a gastar lo que no tenemos y en 2024 ya veremos qué se hace. Es el cortoplacismo habitual. Hay que inundar la economía con dinero y el territorio con inversiones, porque el político siempre piensa que un puente, como sucedía en la Restauración, permite repetir al cacique de turno. Y todo parece que es una graciosa concesión monclovita. El dinero no es de Sánchez o del PSOE, aunque lo parezca, mientras que el endeudamiento brutal sí que es de todos. La clase media trabajadora, que vota sobre todo al centro derecha, hace mucho tiempo que no compra estos mensajes. La inflación es uno de los jinetes del Apocalipsis que puede arrasar con su guadaña la economía y truncar los planes presidenciales. Y lo demoledor serán las hipotecas, porque son dos problemas unidos que se ceban sobre la sufrida clase media y trabajadora. La realidad es que estas brutales subidas de tipos que nos han llevado a esta situación son un disparate.