Lula Da Silva
América vira a la izquierda radical
«El resultado de Lula es un desastre para Brasil, porque muestra a una sociedad partida en dos»
La izquierda política y mediática española celebró este lunes un auténtico festival de la desinformación aprovechando la ajustada victoria de Lula en Brasil. En algún momento pensé que era el nuevo mesías. Los brasileños habían elegido entre Dios y el diablo, porque Bolsonaro reúne en su seno toda la maldad humana. No hay duda de que Dante, si hubiera leído o escuchado los desaforados panegíricos lulistas, lo hubiera convertido en el señor del Infierno de su genial «Divina Comedia». Uno es un izquierdista moderado dispuesto a acabar con la pobreza en su país, mientras que el actual presidente es un ultraderechista que ha gobernado pensando en los ricos, con el objetivo de armar a sus seguidores, destruir el Amazonas, dividir a los brasileños… En definitiva, una larga lista de crímenes que le hacen acreedor, efectivamente, de acabar en el averno. Los periodistas españoles abusan tanto del término fascista y ultraderechista que ha dejado de ser efectivo. Es la consigna que daba el Kremlin, en tiempos de la URSS, para que sus abyectos seguidores descalificaran a los adversarios en las democracias occidentales. Esta estrategia ha llegado hasta nuestros días y es utilizada por el fracasado telepredicador Pablo Iglesias y sus escasos creyentes.
Los socialistas también utilizan el ultraderechismo, aunque de forma irregular, así como sacar a pasear a Franco y el franquismo, que nunca fue un cuerpo ideológico, sino un término que utilizamos los historiadores para definir ese período, para arremeter contra los rivales. El estilo propagandístico de los comunistas ha dejado una huella indeleble, aunque inconsistente ideológicamente. El resultado de Lula es un desastre para Brasil, porque muestra una sociedad partida en dos. Hubiera preferido, a pesar del rechazo que me causa este demagogo y populista, que hubiera tenido una mayoría más amplia. Es curioso que un país tan grande e importante esté formado por ignorantes que votan a un peligroso ultraderechista. Hay que agradecer que sus forofos defensores españoles no hayan alcanzado el ridículo máximo definiendo a Lula como un centrista. La mayor parte del continente americano, desde Río Bravo hasta la Tierra de Fuego, está gobernada por una izquierda populista e intervencionista que está más cerca del comunismo que de la socialdemocracia, a pesar de la satisfacción de Sánchez por la extensión del color rojo.
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