Irene Montero
La degradación del Parlamento
«El estilo de la líder de Podemos, así como de otros seguidores de Iglesias, no hace más que provocar la crispación y el enfrentamiento»
La crisis institucional que sufre nuestro país se comprueba con el espectáculo tan poco edificante que ofrecen algunos diputados en el Parlamento. Nunca había existido tanta crispación y descalificaciones hasta la llegada de Pablo Iglesias y sus seguidores. La última muestra la ofreció la ministra de Igualdad, Irene Montero, acusando al PP de «promover la cultura de la violación». Es impresionante. La desmesura del ataque contra un partido que representa a millones de españoles es un auténtico esperpento que pone de manifiesto que Montero no está a la altura del cargo que ocupa. La libertad de expresión de un diputado no debería amparar la mentira, la manipulación y los insultos. Es triste que el Congreso se convierta en un lugar zafio y poco recomendable. El estilo de la líder de Podemos, así como de otros seguidores de Iglesias, no hace más que provocar la crispación y el enfrentamiento. No se puede ser equidistante ante un ataque tan brutal contra el principal partido de la oposición. Es un estilo guerra civilista que quiere esconder la incompetencia de un equipo ministerial y lanzar una cortina de humo ante el fracaso de la «ley del solo sí es sí».
Montero no quiere reconocer sus fallos y ha optado por arremeter contra todos aquellos que la critiquen. Una muestra de la gravedad de lo sucedido es que Meritxell Batet tuvo que reprenderla, aunque es una lástima que sea un gesto excepcional. Hasta ahora ha utilizado una doble vara de medir. Contra el centro derecha opta por una actitud inflexible y sesgada, mientras es complaciente con los ataques y descalificaciones de los podemitas. Una clara muestra de ello fue la desmesurada actuación de su vicepresidente primero quitando la palabra a una diputada de Vox por utilizar el término «filoetarras», que es una realidad objetiva. A Batet y Celis no les parece mal que se insulte a los diputados de la oposición llamándolos fascistas o ultraderechistas. No creo que Irene Montero cambie su comportamiento, porque está muy nerviosa ante el fracaso electoral que se avecina. El enfrentamiento con Yolanda Díaz es otro síntoma de la crisis que se vive en el seno del gobierno de coalición. El nivel de degradación del Parlamento es lamentable y no tiene parangón en el resto de países de la UE.
Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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