Ley del "solo sí es sí"
«Sí es sí»... enmendarse o morir
La polémica e inquietante norma puede tener incluso más recorrido en la memoria de la ciudadanía de aquí a próximos compromisos electorales que otros desatinos
Tal vez no acabe ocurriendo con la sedición y la malversación, pero si algo puede explotarle a un gobierno en la cara eso es la ley del «sí es sí», una de las más emblemáticas banderas del sector podemita del Gobierno en esta legislatura y texto intocable como si de las tablas de la ley de un feminismo muy particularmente entendido se tratara. La polémica e inquietante norma puede tener incluso más recorrido en la memoria de la ciudadanía de aquí a próximos compromisos electorales que otros desatinos, sobre el papel más sonoros como la reforma «a la carta» del código penal para contentar a muy determinados políticos entre los aliados del Gobierno.
Siendo cierto que la reforma de la malversación y la supresión de la sedición dejan más indefenso al Estado frente a aventuras contra su integridad y que el votante de casi todos los colores todavía no ha dejado de frotarse los ojos –ahí están los sondeos– la legislación del «sí es sí» ofrece un recorrido mucho más largo a la hora de convertirse en onda expansiva de una bomba de racimo electoral, entre otras cosas porque la amnesia en la que se confía desde el Gobierno en el caso de la sedición y la malversación puede no resultar aplicable a la norma icónica de una Irene Montero que cabalga desde la silla del Consejo de ministros a lomos de un desbocado tigre ideológico. Hay cosas que se pueden olvidar, pero es muy probable que la acumulación de datos contantes y sonantes sobre las consecuencias de esta ley, no encuentren tertulia e información de prensa, radio o televisión que escape a una realidad cuyos efectos pueden golpear con especial dureza sobre el Ejecutivo. Tan solo en la actualización de datos de esta semana –y ya parece claro que esto no se debe a jueces machistas, carcas y desinformados– arroja sobre todas nuestras caras la cifra de 133 violadores o acosadores beneficiados con rebajas de hasta siete años de condena. El goteo va a continuar y sobre todo puede convertirse en cascada si alguna víctima inocente es objeto de abusos o algo peor, por parte de un delincuente que en las anteriores circunstancias todavía habría estado en la cárcel. La encuesta de este periódico el pasado lunes era especialmente indicativa al reflejar el clamor del votante de izquierdas contra la ministra de Igualdad. Enrocarse en un error puede resultar lamentablemente caro.
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