Ley del "solo sí es sí"

Una bomba de relojería

Además del quebranto social y la patente indignación reflejada en todos los sondeos ante el goteo de delincuentes beneficiados, el coste político puede ser de dimensiones incalculables

Como conviene llamar a las cosas por su nombre, lo que se percibe en el gobierno de la nación –y afectando tanto a la parte podemita como a la parte socialista– es una sensación de verdadero y autentico pánico, ante la posibilidad de que algún delincuente sexual que haya regresado a la calle antes de lo inicialmente previsto beneficiado por la ley del «sí es sí» pueda reincidir cometiendo un nuevo desmán de esos que, en este caso con toda justificación si que acabaría inundando horas de tertulias e informativos, una tropelía que diría la ministra portavoz.

Si desde dentro del propio ejecutivo de Sánchez o en las mismísimas entrañas de Podemos y aledaños claman por una rectificación en la ley impulsada por el Ministerio de Igualdad es precisamente porque, además del quebranto social y la patente indignación reflejada en todos los sondeos ante el goteo de delincuentes beneficiados, el coste político puede ser de dimensiones incalculables. Son perfectamente conscientes en el Gobierno y en el PSOE que la supresión de la sedición y la reforma «a la carta» de la malversación conllevan un desgaste ante la opinión pública cuyas consecuencias podrían ser paliadas –que está por ver– durante el largo colchón de una eterna precampaña electoral en la que la supuesta amnesia de la ciudadanía puede acabar priorizando otras cuestiones, como poco menos incómodas para el Gobierno, pero cosa muy distinta es un recuento del «sí es sí» que, por encima de estas otras reformas para contentar a los socios del «Frankenstein» sí puede acabar resultando esa incontrolable bomba que le explote al Gobierno en la cara con una onda expansiva de recorrido inmisericorde hasta la cita con las urnas del último domingo de mayo. Ese pánico no va a cesar hasta que alguien pueda convencer a las ministras Montero y Belarra, no solo de que rectificar es de sabios, sino de argumentos cargados de razones como el de la nada sospechosa entre las huestes de la izquierda Manuel Carmena, tras mantener públicamente que no rectificar el «sí es sí» es sencillamente soberbia infantil.

Un posible reincidente puede que ande suelto y aunque solo fuera por esto, no estaría de más recuperar para el Consejo de ministros «progresista y feminista» la célebre máxima de Felipe González, ya saben, lo malo no es meter la pata, sino carecer de las suficientes luces para saber sacarla a tiempo.