Policía Nacional

Pam contra «Rabocop»

«Las frágiles espías soviéticas seducidas por el el pérfido James Bond no firmaban ningún consentimiento informado»

Las obsesiones de las acólitas de Iglesias alcanzan límites hilarantes. La ficción supera a la realidad. La lucha por la igualdad e impedir la violencia contra las mujeres es algo tan serio como importante, pero es evidente que de donde no hay no se puede sacar. La última en irrumpir en el caso de «Rabocop» ha sido la famosa Pam. Es decir, Ángela Rodríguez, la secretaria de Estado de Igualdad, que todo el mundo conoce como Pam. La historia es propia de una película del genial Santiago Segura. Un policía se infiltró en movimientos libertarios catalanes y aprovechó la oportunidad para acostarse con cinco activistas. Por cierto, es evidente que consintieron y no hay el menor atisbo de agresión sexual. Hay que reconocer que el agente le puso afición al asunto, porque cabe suponer que ese tipo de intimidad perseguía conseguir información útil o, simplemente, pasárselo bien. Como nos movemos en el terreno de la especulación es posible que fuera un fenómeno en las artes amatorias al estilo del protagonista de las películas de James Bond, aunque en este caso en versión hispana. Por supuesto, para la pijoprogre Pam las historias del agente secreto británico son pura violencia contra las frágiles e indefensas espías soviéticas de Smersh o de la organización criminal Spectra. Y, además, no firmaban ningún consentimiento cuando eran seducidas por el pérfido Bond.

El policía utilizaba como tapadera que era instalador de aire acondicionado. El movimiento okupa está lleno de jóvenes de familias acomodadas. Me resultaría fácil ironizar sobre una sociedad que conozco muy bien, ya que soy barcelonés. He vivido cerca, además, del paraíso libertario del barrio de Gracia. Las afectadas por los desvelos amatorios del joven policía se han querellado intentando repetir lo que sucedió en el Reino Unido. Será interesante ver cómo resuelven los jueces los limites de la infiltración, la sexualidad y los derechos humanos. Pam tiene la oportunidad, con la ayuda de Belarra, Montero y Rosell, de impulsar un texto legal para exigir que los policías infiltrados requieran el consentimiento, informando de su condición de agentes encubiertos, en el caso de tener relaciones sentimentales. La propia Colau ha exigido explicaciones a Marlaska. No entiendo muy bien en que se basa, porque no parece que exista violencia o vulneración de los derechos humanos cuando las relaciones han sido consentidas.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)