Irene Montero

La poltrona

Lo primero que ha dejado claro la Ministra de Igualdad es que, pasando de puntillas sobre sus errores, no piensa dimitir

Dudo mucho que la palabra «poltrona» hubiera logrado entrar en la época digital de no haber tenido el firme respaldo que le han dado sin querer nuestros políticos. «Agarrarse a la poltrona» es una expresión antañona que todos los españoles modernos pueden entender hoy en día perfectamente. Hubo un momento en que pareció que los políticos de Podemos pretendían acabar con tal uso pero, en cuanto tocaron un mínimo de poder, se transformaron enseguida en firmes defensores del venerable comportamiento. Por tanto, cabe pensar que la frase y la palabra van a continuar con larga vida.

Más de tres cuartas partes de la población española coinciden en que la ley del «solo sí es sí» ha sido una chapuza, una ley mal hecha que ha producido efectos indeseados. Hay acuerdo general en que la intención era buena, pero que se ha intentado plasmar con tal nivel de torpeza e incompetencia que ha provocado un estropicio considerable, sin poder decir que no estuvieran avisados. A pesar de ello, lo primero que ha dejado claro la ministra de Igualdad es que, pasando de puntillas sobre sus errores, no piensa dimitir, sino levantarle la voz a los votantes intentando vendernos que en lugar de cometer ella equivocaciones todo se debe a una conspiración mundial contra sus intenciones.

Pues vale, Irene. No sé si te das cuenta de que has puesto en una posición muy dura a tus socios de gobierno. Llegar a las elecciones contigo en el puesto, significaría que Pedro Sánchez está tan vendido que no tiene la autoridad necesaria para quitar de los lugares de responsabilidad del gobierno a los que hacen mal las cosas. Tu deseo de imponer tu propia presencia ministerial a todos los españoles y a tus compañeros probablemente podría conseguir la fidelización sectaria de unos pocos que convertirían el asunto en cuestión de orgullo, pero seguramente serían pocos para poder gobernar.

Pinta mal, lo «poltres» como lo «poltres».