El buen salvaje

El acuerdito

Disipados los nervios nos quedan las dudas. No supimos, querida Yolanda, querido Pedro, nada sobre la amnistía, y eso que la ministra se fue a Waterloo a verse con Puigdemont

La tensión se palpaba en la calle, en cada reunión, a la hora de las copas, que es cuando lo españoles creen que se relajan, pero en realidad más se tensan: un cubata puede ser una bomba de racimo, sobre todo si se toma en vaso de tubo. Todo el mundo estaba preocupado por si Yolanda Díaz y Pedro Sánchez no llegaban a un acuerdo. ¡Qué nervios! Y ellos, claro, le pusieron música de Bernard Hermann como si vivieran en una película de Hitchcock y la rubia, al estilo de «Vértigo», dispusiera al presidente a expresar su necrofilia, pues Yolanda está más muerta cuanto más viva se la ve.

Si se repitieran las elecciones, la vicepresidenta cuqui perdería tantos apoyos como sonrisas prodiga. Y tras la tensión llegó la comparecencia sin preguntas, que es hacerse el amor en público sin que nadie pueda participar en la orgía política. «Querida Yolanda», «Querido Pedro». Sin tí no soy nada. Y los periodistas mirando, que para eso estudiaron, para mirar. El periodista es un «voyeur» confundido de patología. La partitura social es de las que suena bien en cualquier informativo y ya estaba compuesta desde que se convocaron las elecciones, aunque ayer pareciese nueva, como cuando Calixto Bieito coge una ópera de Wagner y hace que suene distinta si bien lo que cambia es lo que se ve no lo que se oye.

Disipados los nervios nos quedan las dudas. No supimos, querida Yolanda, querido Pedro, nada sobre la amnistía, y eso que la ministra se fue a Waterloo a verse con Puigdemont. Si la Legislatura echa a andar será el pacto con el fugado lo que la marque, no solo ese tiempo rogado, sino el devenir de España, pero en el acuerdito no se menciona qué va a ser de los que delinquieron en Cataluña y, lo más importante, qué va ser de nosotros, además de trabajar menos, si es que eso se sustancia en algo o es que nos quitan esa media hora tonta del bocadillo o el desayuno a las doce del mediodía. Querida Yolanda, querido Pedro, cuando Puigdemont os empuje, vigilad que no tengáis piedras en los bolsillos.