Las correcciones

De Alaska a Washington: comienza el baile diplomático

Europa atraviesa su momento más definitivo de las últimas siete décadas y España no cuenta para nada

«Creo que realmente quiere firmar un acuerdo», dijo el presidente estadounidense, Donald Trump, al oído del presidente francés, Emmanuel Macron, antes de comenzar la reunión del lunes con el resto de líderes europeos. «Creo que quiere hacerlo por mí, ¿entiendes? Por muy loco que parezca», añadió Trump. Esta conversación privada entre los presidentes estadounidense y francés captada por un micrófono abierto revela la seguridad que tiene el republicano de poder poner fin a los tres años largos de guerra en Ucrania. «Esta guerra va a terminar», había afirmado antes al recibir al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, que llegaba a la Casa Blanca arropado por el primer ministro británico, Keir Starmer, el presidente francés, Emmanuel Macron, la primera ministra italiana, Georgia Meloni, el canciller alemán, Friedrich Merz, el presidente finlandés, Alexander Stubb, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte y, por último, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. Ni rastro del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El triunfalismo de Donald Trump no es nuevo. Parecía que había perdido la paciencia con el presidente ruso tras sus evasivas a aceptar un alto el fuego temporal, pero ha renovado su confianza después de la cumbre de tres horas en Alaska. El presidente estadounidense está seguro de que un acuerdo de paz es posible. Putin, sin embargo, sigue sin dar señales de su voluntad de paz. Los europeos, a diferencia de Trump, se mantienen escépticos. Tras la visita a Washington, Macron comparó al presidente ruso con un «ogro» que necesita «seguir comiendo» para sobrevivir.

Sin embargo, a pesar de las inevitables preocupaciones que suscitan las ambiciones de Vladimir Putin, la diplomacia tiene su peso y valor. Hasta la llegada de Donald Trump, Estados Unidos y Europa habían considerado el diálogo con Rusia como una recompensa por su buen comportamiento y no como otra herramienta más de la guerra. El experto en Rusia, Mark Galeotti, recordaba en «The Times» que en la actualidad hay menos canales de comunicación abiertos entre Rusia y los países occidentales que en los peores días de la Guerra Fría.

Las cumbres de Alaska y Washington han movido cosas y quizás sea en la buena dirección. Estados Unidos se ha comprometido a blindar los cielos de Ucrania. Trump aseguró a Zelenski que recibiría «mucha ayuda» como parte de cualquier acuerdo. Un día antes, su enviado especial, Steve Witkoff, sugirió que el presidente estaba abierto a garantías «similares al artículo cinco» y que Rusia había aceptado esta idea. No habrá botas americanas sobre el terreno, eso es un esfuerzo que tendremos que hacer los europeos, pero Trump sigue a nuestro lado. Otro aspecto esperanzador es la perspectiva de una reunión extraordinaria en la que participen Trump, Putin y Zelenski. Podría ser en Suiza o Austria, aunque el Kremlin ha sugerido Moscú. Empieza el baile diplomático, aunque sea bajo el rugido de los misiles.

La cita de Washington también deja una lectura nacional y es el aislamiento de Pedro Sánchez. La misma semana del frenesí diplomático europeo, España ha sido portada de «Financial Times» por la imputación de la mujer del presidente, Begoña Gómez, por malversación de fondos públicos. Europa atraviesa su momento más definitivo de las últimas siete décadas y España no está ni se la espera.