Canela fina
Amnistía a cambio de 7 votos
«Lo que resulta éticamente deleznable y políticamente insólito es que se conceda una Ley de Amnistía a cambio de siete votos parlamentarios»
Pues no. No se trata de debatir sobre la amnistía. La maniobra del sanchismo no puede estar más clara. La Ley de Amnistía es para los juristas serios claramente anticonstitucional. Pero podría incluirse en una reforma de la Constitución de 1978. Con extraordinaria habilidad, Pedro Sánchez ha derivado el relato nacional y europeo a la viabilidad de la amnistía, con un tribunal final, el Constitucional que todos saben lo que decidirá. Con pertinaz torpeza, Alberto Núñez Feijóo ha aceptado el relato sanchista e incluso se ha sumado al debate, apelando a Europa.
Y no es eso. Lo que resulta éticamente deleznable y políticamente insólito es que se conceda una Ley de Amnistía a cambio del plato de lentejas de siete votos parlamentarios. Y para mayor vergüenza que el texto de la ley se redacte con la participación de los que van a ser amnistiados.
Ahí es donde naufraga el equilibrio jurídico y la dignidad nacional. Importa si la amnistía es o no es constitucional, pero no se encuentra en la médula de la cuestión. Lo verdaderamente reprobable reside en el do ut des; en el intercambio de cromos; en que como Pedro Sánchez necesitaba los siete escaños de Puigdemont en el Congreso de los Diputados, se plegó a conceder la amnistía con el fin de que el golpista pueda regresar a Cataluña en triunfo cuando es un prófugo de la Justicia española, un cobarde que huyó escondido en el maletero del coche tras haber perpetrado un golpe de Estado que suponía la desmembración territorial de España.
La jugarreta de alta corrupción, conocida como el caso Koldo, ha arrojado sobre las cuerdas a Pedro Sánchez. El presidente contrito y acosado cree que la aprobación de la Ley de Autoamnistía esta semana le permitirá recuperar terreno. Tal vez, pero puede que se equivoque incluso a corto plazo. Porque a medio y a lo largo plazo estamos ante un error, un inmenso error que fragilizará la Constitución y la unidad de España.
Los constitucionalistas serios –y ahí está el certero artículo de Teresa Freixes en El Imparcial– coinciden en considerar que la Ley de Autoamnistía agrieta el poder judicial y compromete la independencia de los jueces. Pero Pedro Sánchez, engrilletado por la aritmética parlamentaria, parece dispuesto a hacer cuanto sea necesario, Koldo arriba Koldo abajo, para permanecer en su poltrona monclovita.
Luis María Anson,de la Real Academia Española.
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