Y volvieron cantando

¡Andá, andá pallá!

La lideresa madrileña es la «bicha» a perseguir, acorralar y abatir sin miramientos en ley de protección y bienestar animal alguna

Lo que nos quedaba por escuchar esta semana era a la ministra de Igualdad, Irene Montero, arremetiendo contra una Isabel Díaz Ayuso, que lleva convertida desde hace tiempo en esa «prima donna» de la política española frente a la que no hay adversario que se resista a la tentación de interpelarla, a ser posible en una agria, mediática y duradera polémica. Al fin y al cabo, la presidenta madrileña es la San Jorge que, allá por un 4 de mayo de 2021 cercenó la cabeza del gran abanderado de las «alertas antifascistas» Pablo Iglesias, retirado como el replicante de muy activa pero corta vida Roy Batty, por la Blade Runner Ayuso. Iglesias desde entonces ya no ha sido el mismo quedándole más lejos de lo que parece las agendas 2030, la «gestión» de las residencias durante el covid y los paseos estelares frente a la «brigada betacam» en el patio de la carrera de san Jerónimo.

La lideresa madrileña es la «bicha» a perseguir, acorralar y abatir sin miramientos en ley de protección y bienestar animal alguna, pero sobre todo se ha convertido en el gran referente frente al que cualquier político de la izquierda con ínfulas y ávido de autoafirmarse con su feligresía querrá confrontar, tal vez como esos aficionados a los que, en los descansos de algunos partidos de fútbol amistosos se les brinda la oportunidad de chutar y hasta puede que marcarle un gol al portero internacional. Díaz Ayuso, golpeada ahora sin miramientos por una campaña de batas blancas que se alargará –no más allá por supuesto– hasta la mismísima tarde del cierre de campaña electoral en mayo ha conseguido sin embargo elevar su nivel de disputa política al del mismísimo presidente del Gobierno de la nación, con tal éxito de retroalimentación que, junto a Alberto Núñez Feijóo es la única dirigente capaz de poner de los nervios al jefe del Ejecutivo y además desde la atalaya del bastión que supone el gobierno madrileño cada vez más negado a la izquierda por los electores. Irene Montero arremetía en la defensa parlamentaria de su ley «trans» contra Díaz Ayuso que «pasaba por ahí», tal vez esperando una acción-reacción que, como a Iglesias la elevase a paladín antifascista. Pero la presidenta de la Comunidad de Madrid juega en otra liga y su figura no está para aliviar a políticas renqueantes. «Andá, andá pallá, qué mirás?...B».