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Antifas

El antifascismo vive, aún con otro nombre: la lucha continúa porque se paga extraordinariamente bien la hora, según otra amiga que tengo, tertuliana de TV, entusiasta combatiente antifa

Tengo una amiga en política que está gratinada de aguantar que la llamen «ultraderecha». Dice que un día de estos va a reventar «la disciplina de partido» y a responderle como merece al mandamás que va repartiendo carnés de fascista a todo el que no le dice «amén». «¡A mí tú no me llamas ultraderecha, capull***!», me grita por Zoom, como si el capull*** fuese yo. «El ultra eres tú, a quien consume el odio es a ti, que se te ve desde el Meteosat la carita que tienes de ‘ultra, muy, allende, al otro lado y más allá’…» Dejando al margen la indignación de esta mujer ultra-carbonizada por los insultos de su oponente, es cierto que la calificación de «fascista» ya no significa nada en estos tiempos en que la frivolidad del lenguaje ofensivo ha alcanzado cotas estremecedoras. Han devaluado tanto la palabra, por el exceso de uso indiscriminado, que se ha quedado pequeña, y quienes hasta hace poco acusaban de «fascista» a todo el que no pensaba como ellos, ahora han tenido que ampliar el insulto y llaman «nazis» a los mismos que denominaban «fachistas». Pues lo de fascista ya parece casi una broma simpática, empieza a ser tomado a chufla por los recipiendarios del término, que están a esto de hacerse camisetas donde pregonar «Orgullo facha». De ahí lo de «nazi», que viene a reforzar la ofensa, a ampliar el agravio. Si el fascismo y la ultra derecha ultra están demodés, el nazismo siempre quedará como recurso de escarnio y ataque. Las huestes antifascistas, a sueldo del presupuesto público, necesitan tener una excusa que justifique su existencia y sus generosos estipendios, de modo que el «antinazismo» ha germinado, dispuesto para limpiar el sistema solar de nazis de Wallapop, con la facilidad de un videojuego. Pero…, ¿si lo del fascismo ya no funciona, quiere eso decir que está extinto? ¡Nooop! El antifascismo vive, aún con otro nombre: la lucha continúa porque se paga extraordinariamente bien la hora, según otra amiga que tengo, tertuliana de TV, entusiasta combatiente antifa.